
No hace frío pero tampoco calor.
Un sol algo agotado me acompaña entre calles y llego a casa.
La sombra de los árboles que vigilan el camino ,
ellas se intercalan entre la luna dándome la bienvenida
a casa después de la jornada.
Mi estómago me recuerda que se acerca la hora de comer
abro el buzón que dispuse a la entrada de mi mundo,
sujeto sobre un poste que albergar cuantas palabras quieran enviarme,
y la veo.
Distingo su caligrafía entre las otras cartas
y el remite me confirma su procedencia.
Ha viajado entre puertos para repicar en mi buzón.
Mi ritmo cardiaco se acelera.
Lanzo el resto de las cartas a una mesita que hay a la entrada
cierro la puerta tras de mí.
Rompo el lacre que protege el lazo y mis ojos se zambullen
a un mar libre, sin gravidez.
Ha viajado hasta mí transportado sobre sus letras,
regalándome sus sentires envueltos en palabras.
Un suspiro guardando su carta en el sobre que la trajo
hasta mí me devuelve a mi respiración relajada.
Y decido escribir mis silencios con sus sentires.
Me guardo su instantes en el bolsillo de mi pantalón...
Hoy cenaré ... algo
Qué más ... todo está en equilibrio... en un hoy...
en mi.
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