Quizás suene algo crudo, pero es así.
Isaac Newton, padre de la Física Clásica que conocemos y padecemos, que incluso somos capaces de comprender.
Nada mejor que un poco de lógica aplastante y unas cuantas leyes de la física para demostrar que el gordito del trineo no es más que un cuento.
Entones vayamos a ellas.
Para comenzar: ¿Has visto alguna vez un ciervo volando? No.
Pues empezando por ahí. Si bien es cierto, y publicado por la revista Spy,
hay cientos de miles de especies vivas aún por clasificar, parece poco probable que con el tráfico aéreo que padecemos en nuestros cielos,
no se haya avistado alguno.
Pero hagamos una concesión: QUE LOS CIERVOS VUELEN.
Siguiendo el razonamiento de Spy, de los 2000 millones de niños que hay en el mundo en este instante, y es una cifra muy variable, al menos 400 millones
son cristianos, es decir, trabajo para Papa Noel.
Tendrá que visitar unas 90 millones de casa.
Si asumimos que Papa Noel, tiene la suficiente inteligencia como para viajar de Este a Oeste, aprovechando la rotación de la Tierra para estirar la noche todo lo que pueda, tiene 31 horas para visitar todas las casas,
lo que nos deja una media de 822,6 visitas por segundo.
Eso no es nada- Una milésima de segundo para estacionar el trineo,
bajar por la chimenea, subirse al trineo y avanzar hasta la próxima casa.
Si los edificios estuviesen repartidos de modo equidistante a lo largo de todo
el globo, tendríamos un recorrido total de120 millones de km.
Hagan las cuentas:
La velocidad a la que tendría que viajar es más de1.000km/s,
unas 3.000 veces la velocidad del sonido.
Y he aquí el problema:
No dudamos de que los ciervos voladores sean capaces de alcanzar tal velocidad, pero es que además deben arrastrar una carga considerable.
Pongamos por ejemplo, que cada crío recibe un pequeño juguete,
una muñeca o una caja de lápices.
La cosa pasaría de las 320.000 toneladas.
Incluso, asumiendo que un ciervo volador pudiera cargar con 10 veces
su peso que uno normal, para arrastrar el trineo nos haría falta exactamente 214.200 ciervos,
que aumentan el peso total del asunto encima de las 350.000 toneladas.
Y aquí donde la física tradicional, el paradigma newtoniano, entra en acción:
Semejante peso viajando por la troposfera terrestre a 1.000km/s
crea una enorme resistencia al aire, que provocaría la misma fricción
que el Discovery entrando en la atmósfera.
Resultado: todo el asunto se vaporizaría en una milésima de segundo.
“Así que, si Papá Noel existió alguna vez, ahora está muerto.”
Pero no todo está perdido,
en una respuesta a esta demoledora teoría,
si Newton mató a Papá Noel, Max Planck, premio Nóbel de Física
y padre de la Teoría Cuántica…
En el año 1900 para ser exactos.
Pero una aplicación elemental de la teoría del Principio de Incertidumbre
de Heisenberg nos lleva a la conclusión de que a una semejante
velocidad y tales distancias,
la localización de Papá Noel en cualquier momento de Nochebuena,
es altamente imprecisa.
En otras palabras, su mastodónico trineo se desdibuja sobre la superficie terrestre del mismo modo que un electrón se desdibuja a cierta distancia
del núcleo de un átomo.
Por lo tanto, podría estar en cualquier parte en cualquier momento.
Incluso se podría decir que su trineo adquiere, en algunos momentos,
las características de un Taquión (una esquiva y discutida partícula subatómica). Y vaya usted a decirle a un físico cuántico que los Taquiones no existen.
Así que ya lo saben.
Es cierto que la física tradicional nos deja a solas con los reyes Magos,
pero si no quieren esperar hasta la noche del 5 de enero,
vayan estudiando la teoría de las supercuerdas.
Para explícarsela a sus hijos, más que nada.
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