Cada uno de los átomos que nos forman y las ideas que tenemos
son ajenos.
Todo cuanto somos lo sentimos muy dentro y muy nuestro, pero realmente proviene del exterior.
Somos sistemas abiertos autoorganizados que necesitamos
de la materia y de la información
del entorno.
A diferencia de los sistemas cerrados, que no intercambian ni materia ni información con el exterior, nuestra entropía es capaz de disminuir, o, lo que es lo mismo, nuestra información y organización capaces de aumentar.
Tomamos la información del exterior y ganamos en complejidad
a costa de aumentar el desorden del entorno.
En eso se basan los fundamentos de nuestra existencia.
Nuestros genes transportan una información preciosa conseguida del entorno
a través de millones de años de intercambio y evolución.
Nacemos, casi, como una hoja de papel en blanco,
y a partir de entonces seguimos aprendiendo de nuestro exterior.
De nuestros padres, de las demás personas y seres,
del comportamiento de los otros, de todo lo que nos pasa y de la información que nos llega.
Lo externo, como un todo, nos hace como somos.

Visto así, resulta difícil pensar
que pudiera existir la vida a partir
de un entorno caótico,
sin leyes y sin orden.
Sería completamente imposible,
pues nuestro orden viene del entorno ordenado que nos rodea.
De igual forma parece imposible pensar que nuestra inteligencia sea una pura casualidad, una isla entre un mundo sin inteligencia.
Creo que nuestra inteligencia no puede aparecer en un mundo sin inteligencia, sin una inteligencia mucho mayor que la que disfrutamos en la actualidad.
Los hombres del futuro y los seres mucho más inteligentes que nos sustituyan, sólo tienen una referencia que les permitirá seguir enseñándose
y siendo cada vez más y más inteligentes.
Esta referencia es su propio entorno, este universo, en cierta forma, inteligente que es capaz de transmitirnos orden e inteligencia.
¿Puede seguir haciendo seres cada vez más inteligentes
un universo pura máquina-no inteligente?
El orden, la baja entropía nos llega a través de la luz del Sol.
"Pocos" rayos de radiación energética de baja entropía que nuestro planeta absorbe, y devuelve en forma de "muchos" rayos de radiación
electromagnética de alta entropía.
En el intercambio la Tierra se queda con la información,
la baja entropía, suficiente para seguir soportando
la vida y el orden que comporta.
Por otra parte, también gracias a las estrellas,
y a la fusión de los elementos primigenios,
se formaron en su seno los elementos más pesados que
forman nuestro cuerpo: carbono, nitrógeno, oxígeno, hierro,
calcio, fósforo, etc.

Y todo comenzó con el Big Bang, que fue una explosión "en perfecto orden".
tal como entendemos que debe ser una explosión.
Fue una explosión a partir de la cual
se formó la materia y el espacio-tiempo.
En cualquier explosión de un artefacto, se proyecta materia de forma desordenada hacia todas las direcciones, sobre un espacio ya existente,
pero en la explosión inicial no fue así.
El sistema que es el propio Universo comenzó su particular degradación entrópica, a partir de un mínimo de entropía, o de un máximo orden, que ha permitido el orden posterior
de los sistemas que lo forman.
Desde las galaxias o las estrellas hasta nuestro própio orden e inteligencia.
Todo un misterio extraordinario, difícilmente entendible como pura casualidad.
labellateoria
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