
Vino con ratones recién nacidos dentro.
O con escorpiones, arañas, serpientes, lagartos, lampreas o gusanos.
Bebidas hechas de leche de yegua fermentada, miel, los cereales menos pensados, plantas alucinógenas o varias especies de cactus.
Bebidas destiladas con sabor a bacon o a chile, o con contenidos del 95% al 75% de alcohol etílico.
El reportaje de Dark Roasted Blend sobre las bebidas alcohólicas más extrañas del mundo no deja lugar a la duda: a los humanos nos encanta mamarnos, emborracharnos, achisparnos, bebernos hasta el agua de los floreros, alcoholizarnos, vaya.
Y a lo largo de los milenios hemos inventado algunas formas más bien peculiares de conseguirlo; varias de las cuales (como destilar cactus, diversas plantas con espinas, maíz o raíces después de masticarlas o patatas) apestan a desesperación por conseguir desconectar como sea el cerebro por la vía química.
Claramente cuando no tenemos una forma natural de fabricar alcohol, lo hacemos irracionalmente; cualquier cosa menos quedarnos sin algo que nos atonte.
¿Será esta la maldición de la inteligencia?
Y sí, eso que ahí en la botella procedente de Corea son ratones, que son ahogados en el vino (¿de arroz?) nada más nacer.
Estupendo al parecer para la tos, resfriados varios y padecimientos del hígado.
Con su permiso, yo me excuso.
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