Seguro que ha oído hablar más de una vez del óxido nitroso, un gas descubierto por Joseph Priestley en 1776 y utilizado primero en circos y ferias como “gas de la risa”, para divertir a los espectadores, y después como anestésico.
Aunque hoy su uso es limitado, el estudio de sus efectos sobre el cerebro humano sigue despertando interés entre los científicos.
Una muestra de ello es el artículo publicado en el último número de la revista Psychopharmacology bajo el título
Enhancement of suggestibility and imaginative ability with nitrous oxide.
En él, dos investigadores demuestran que este gas potencia nuestra imaginación y proporciona una capacidad de sugestión muy similar a la que se logra con la hipnosis.
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