lunes, 9 de agosto de 2010

¡La hamburguesa es romana!

No, queridos amigos.

No, mis queridos niños.

¡No, amada, gente!

¡Que no!

¡Que la hamburguesa no es un invento norteamericano!

¡Ni siquiera alemana, si atendemos a que su nombre se refiere a la importante ciudad de Hamburgo!

¿Y si no es así?

¿Quiénes inventaron el delicioso sandwich de carne picada (o, mejor, de albóndiga aplastada) que hoy hace las delicias de grandes y chicos por todo el mundo (y mata a algunos por Scherichia coli)?

¿Quiénes han de ser?

¿Quiénes, si no los inventores de la civilización occidental, aquellos que nos dieron los caminos pavimentados, la crucifixión de nuestro Redentor, los senadores corruptos y el código penal?

Por supuesto.

No podía ser de otra manera.

Digan lo que digan yanquis y teutones, la hamburguesa es un invento

de los antiguos romanos.

Marcus Gavius Apicius, patricio y gastrónomo romano que vivió durante el reinado del emperador Tibeio, escribió un notable libro que se titula

De re coquinaria, es decir, "Asuntos de la cocina".

En el ingente volumen, mezclada entre las recetas de diversos manjares romanos como tiropatinam (un delicioso soufleé de miel), ova sfongia ex lacte (panqueques con leche), vitellina fricta (ternerita frita), aliter bædinam sive agninam excaldatam (costeletas de cordero al vapor) y sarda ita fit (una ensalada que verdaderamente parece del siglo XXI, compuesta por atún, huevo duro, vinagre, miel, vino, dátiles y aceite de oliva), encontramos una muy pero muy peculiar: la receta de la isicia omentata.

Veamos los ingredientes que nos solicita Marcus Gavius

desde su distancia de veinte siglos:

Carne picada...................................500 g

Pan francés (remojado en vino blanco)..........1

Pimentón.......................................1 cucharadita

Liquamen ......................................50 cc.

Piñones........................................un puñado

Pimienta verde en grano........................algunos

Caroenum.......................................una pizca

Cabe aclarar que el liquamen era un condimento romano muy usado, que consiste en una salsa de pescado muy concentrada y salada; nosotros, simples mortales, podemos reemplazarla tranquilamente por una cucharadita de sal y un chorrito de vino blanco.

El caroenum, por su parte, no es otra cosa que mosto o jugo de uva hervido hasta que su volumen se ha reducido a la mitad: uno de los componentes del conocido aceto balsámico.

Tome vino o jugo de uva, hiérvalo hasta que se reduzca a la mitad y habrá logrado caroenum.

¿Cómo se hace la isicia omentata?

Escuchemos a Marcus:

"Mezcle la carne picada con el pan francés mojado en vino.

Mezcle las especias con el preparado.

Forme pequeñas hamburguesas e introdúzcales algunos piñones y granos de pimienta.

Póngalas en la plancha y cocínelas con un poco de caroenum".

Un libro de cocina de la época de la Gens Julia nos da una receta perfecta de las hamburguesas.

"Pero lleva piñones", me dirá algún incrédulo.

¿Y qué?

¿Acaso no las comemos nosotros con pan de semillas de sésamo?

No por eso dejan de ser hamburguesas.

"Pero lleva salsa de pescado"...

Si usted entra a un McDonald´s puede pedir las hamburguesas hasta con salsa de dinosaurio.

No dejan de ser hamburguesas, ¿no cree?

Un viejo documental de Discovery indicaba que las Isicia eran uno de los alimentos preferidos de los soldados romanos quienes, con la Legión, las desparramaron por todo el mundo...

Incluyendo Alemania. Y Hamburgo está en Alemania, ¿no?

En fin, parafraseando un latiguillo político argentino que decía
"Ni yanquis ni marxistas, ¡peronistas!" nosotros exclamamos:
"Las hamburguesas: ¡ni yanquis ni alemanas! ¡Romanas!".

by Axxón

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