martes, 31 de mayo de 2011

Juan Salvador Gaviota




Después de un tiempo Pedro Gaviota se obligó a remontar el espacio y se enfrentó con un nuevo grupo de estudiantes, ansiosos de empezar su primera lección.

-Para comenzar -dijo pesadamente-, tienen que comprender que una gaviota es una idea ilimitada 
de la libertad; una imagen de la Gran Gaviota, y todo vuestro cuerpo, de extremo a extremo del ala,
 no es más que vuestro propio pensamiento.

Los jóvenes se miraron con extrañeza. ¡Vaya!, pensaron,
eso no suena a una norma para hacer un rizo...

Juan suspiró y empezó otra vez:
-¡ Hum!... ah... muy bien -dijo, y les miró críticamente-.

Empecemos con el Vuelo Horizontal. -Y al decirlo,
comprendió de pronto que, en verdad,
su amigo no había sido más divino que el mismo Pedro.

¿No hay límites, Juan? pensó.

¡Bueno, llegará entonces el día en que me apareceré en tu playa,
y te enseñaré un par de cosas acerca del vuelo!

Y aunque intentó parecer adecuadamente severo ante sus alumnos, 
Pedro Gaviota les vio de pronto tal y como eran realmente, sólo por un momento,
 y más que gustarle, amó aquello que vio.

¿No hay límites, Juan?,
pensó, y sonrió.

Su carrera hacia el aprendizaje había empezado.

Juan Salvador Gaviota
por Richard Bach

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