Ella apura su café y mordisquea un churro de punta a punta.
Cada tarde, antes de comenzar su programa favorito,
sirve una taza y espera la sintonía.
Normalmente la canturrea.
A veces, incluso, mueve un poco las caderas,
como cuando era joven y él la llevaba al baile.
Aquel día se sentó y miró con atención su viejo aparato cuando
el locutor anunció el tema del programa:
hablarían con los muertos.
Y dio un respingo cuando descubrió la voz seca de Raimundo,
que le decía en un susurro:
“Berta, vamos al baile”.
Desde entonces, mueve el dial sin descanso para oír su voz,
invitándola a bailar.
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