Envejecemos día a día, pero no tomamos conciencia
de ese envejecimiento diariamente.
Esa conciencia o revelación sucede cada cuatro o cinco años.
Uno despierta y se dice, por ejemplo:
“hoy pasaron quince años desde…”
También descubre, asombrado, que tiene patas de gallo,
que la piel de la frente y las manos parece más correosa de lo que uno recordaba, que muchas de las mujeres que le atraen en la calle empiezan
a quedarle demasiado jóvenes*…
Esos crueles periodos de reacomodación, suelen ser llamados comúnmente
el “viejazo”Nos agarra el viejazo y cambiamos la forma de vestirnos,
de desvestirnos, de hablar, de caminar, hacemos rutinas de ejercicios físicos
y dietas sumamente estrictas (por uno o dos días)**, etcétera.
Pero, por lejos, lo único bueno, lo mejor del viejazo, es el increíble caudal humorístico que provee en nuestra contra.
El siguiente decálogo es sólo una muestra de ese inagotable caudal y reúne datos históricos que, con el correr de los años, se volverá vergonzoso revelar:
1. Cuando yo era pibe no existían Los Simpson.
2. Fui sorteado para el servicio militar.
3. Cuando nací, en la Argentina no existía la televisión a color.
4. A algunos de mis amigos los conozco hace 50 años.
5. Yo vi jugar a Bochini en vivo y en directo… (Y a Batistuta en River, cuando la gente decía: “¿Cómo puede ser que este tipo juegue en primera; no le hace un gol a nadie?”)
6. Cuando yo era chico era muy raro que la gente tuviera teléfono en su casa. Y por cierto, las únicas computadoras del mundo eran Deep Blue y la Comodor 64.
7. Yo compraba en la escuela un alfajor con esos billetes con la cara de San Martín viejo, en Boulogne Sur Mer, que ahora venden en la feria de pulgas de Plaza Rocha.
8. Cuando un amigo me mostró el primer Magazzine que vi en mi vida y me dijo que lo hacía sonar un aparato del tamaño de una caja me reí, hasta que me di cuenta de que hablaba en serio.
9. Yo me subí a los colectivos fileteados que salen en las películas de Santiago Bal y compré de esos boletos de colores (que parece que tienen camisetas de rugby puestas) Y el colectivero me daba el cambio con moneditas.
10. Yo sé quién es Santiago Bal.
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