sábado, 23 de julio de 2011

Niños Expósitos en la Buenos Aires virreynal


"Al Excmo. señor Virrey: El Síndico procurador general de esta ciudad,
 con su mayor rendimiento ante V.E. comparece y dice:

 Que entre las públicas necesidades que padece esta ciudad y su jurisdicción, es de las más urgentes que haya una casa en que puedan recogerse
 los muchos niños que se exponen. 

Son a la verdad muy lamentables 
los sucesos que se han experimentado: 

Cuántos, no sentidos al tiempo de exponerlos, han perecido a las puertas
 y ventanas de los vecinos por la misma intemperie de la noche; 
cuántos comidos de perros y cerdos; cuántos que arrojados en las calles públicas nadie ha podido remediar trágica muerte. 

Y siendo lo más común exponerlos sin agua de bautismo, concurra esta gravísima circunstancia para hacer más doloroso su infeliz fallecimiento..."

                      Nota del síndico procurador Marcos José de Riglos, 
del 17 de junio de 1779 dirigida al Virrey Vértiz.


El 7 de agosto de 1779, el Virreynato del Río de la Plata abre las puertas
 de la Casa de Niños Expósitos.
En la entrada del edificio, un aparato denominado "torno" permitía abandonar a un niño, depositándolo allí y haciendo girar una plataforma de madera con un tabique que separaba el exterior del interior del edificio.

 A su lado podía leerse:

 'Mi padre y mi madre me arrojaron de sí, 
la piedad divina me recoge aquí'.

"La llamada exposición de niños fue una práctica habitual en España hasta la primera mitad del siglo XX.

 Generalmente se trataba de recién nacidos que en un contexto de pobreza
 o rechazo social para la madre eran abandonados a la puerta de una iglesia. 

Desde ella, y una vez inscritos por el párroco en el registro bautismal como hijos de padres incógnitos, los chiquillos eran trasladados a la Casa cuna o Casa general de Expósitos de la ciudad, donde eran acogidos

 A veces ese traslado resultaba largo, "de treinta y más leguas, y aun de cincuenta y sesenta", y se hacía en condiciones precarias…
Dependientes básicamente de rentas públicas y donaciones para la beneficencia, las Casas de Expósito pretendían cubrir las necesidades fundamentales de aquellos niños proporcionándoles un hogar, una educación
 y en lo posible unas aptitudes profesionales que les permitieran en el futuro valerse por sí mismos.

 De una plantilla vinculada con frecuencia a alguna orden religiosa, destacan su administrador, los celadores, las llamadas amas de leche encargadas de amamantar a los lactantes, lasamas de cría responsables de su crianza,
 el médico a quien por ley se le exige "reconocer, vacunar… y hasta colocar en aislamiento a los que padezcan coqueluche, garrotillo, sarampión o sífilis",
 los maestros de oficio pendientes de la formación de los niños…

 Y es que éste, precisamente, era otro de sus objetivos añadidos:
 la capacitación laboral.
Así, a modo de ejemplo, cuando el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo funda en el año 1779 la Casa de los Niños Expósito de la ciudad de Buenos Aires decreta que se instale en ella una imprenta "con el doble propósito de obtener recursos para el sostenimiento de la misma
 y enseñarle un oficio a los niños varones".


En los 59 años que dura esta primera etapa de la Casade Expósitos
 de Buenos Aires, se atendieron a 6.682 niños, alcanzando un promedio de dos por semana hacia fines del siglo XVIII y en la primera mitad del XIX (...)
 la incidencia de abandono era del 5 por ciento sobre el total de nacidos vivos.

(...) De los 1200 primeros expósitos sólo sobrevivió el 40 por ciento.

 En la Casa vivía el 25 por ciento de los niños asistidos y tres de cada cuatro eran cuidados por particulares a cambio de los servicios domésticos 
que los prestaban los niños."

vía: Alejandra Correa.

No hay comentarios: