lunes, 8 de agosto de 2011

Afortunadamente...


Ilustración: Beatriz Carbomade.

Hace ya siete meses, tres días y dos horas
naufragué en esta isla que no está en ningún mapa. 
La primera semana lloré como un muchacho
 asustado
y el miedo vino a vivir conmigo.
 
Luego me enojé con Dios los quince días siguientes. 
Y me pasé tres días sin agua ni comida.

Los siguientes dos meses he añorado...
añorado ... añorado ... 


Cada noche encendía hogueras en los montes
 pendiente
de que un barco pasara por delante
 de esta isla maldita .
Y en la playa he dejado
 mensajes de socorro pidiendo que vinieran.

Arrojé cien botellas con mensajes urgentes. 
Y durante tres meses aprendí que la vida
 es un cangrejo,
un fruto, el agua del torrente,
 
el sol que cada tarde pinta de rojo el agua.
 

Ya no siento temores.
Recuerdo vagamente
 que ...
más allá del mar hay fusiles y espadas

y hombres que maldicen haber nacido un día. 
Y que aquel mundo era una isla de monstruos.


Ayer me desperté cantando sin que nadie me dijera:
"Estás loco ¿A qué tanta alegría?"

Y cada tarde escribo en la arena unos versos 
que borran las mareas y que de nuevo escribo.
 

Hoy he visto pasar un barco no muy lejos.
 
He apagado raudo la luz de las hogueras
 
y he borrado todos los mensajes de auxilio.
 

Afortunadamente el buque ha pasado de largo.

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