Papeles, vidrios y pieles de frutas, alfombras de ciudad,
por las que camino.
Con el pensamiento yendo y viniendo,
desde pasado a presente.
El stop que marca el fluir del tráfico parece ser un presagio
del tiempo conmigo misma, de la introspección que calma los humores, del silencio buscado que atempla chismorreos y vacuidades.
El espíritu necesita calma, transiciones en pasos de ballet hacia un tiempo que aún no es, pero todo hace prever que será.
Retomo mis silencios.
Siempre aguarda fiel y compasivo mi vuelta.
Dentro un viento frío lo ocupa todo.
Dentro no sé a dónde voy,
sólo que tengo ganas de ir.
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