martes, 16 de agosto de 2011

Nosotros somos...



Ella soñaba en su habitación.

Él suspiraba por cruzársela en el portal 
y poder decirle todo aquello que le hacía sentir,
 aunque por experiencia sabía que quedaría en un distante y seco “hola”.


Ella esperaba junto a su ventana a la hora señalada para verle salir 
y empañar el cristal con cada uno de sus suspiros.

                                    Ella siempre quiso besarle.


Él iba a los lugares donde sabía que
 la encontraría simplemente para verla.

Él también.

Ninguno se atrevió.



Ella creció y se fue a la ciudad a labrarse un futuro.

Él la vio marchar sin saber reaccionar.


Hoy ella piensa en él sentada en su despacho.

Él se pregunta por qué sigue pensando en ella
 y por qué no aprovechó la oportunidad.

Los dos querrían saber qué será del otro, dónde estará, 
qué le habrá deparado el destino.

Los dos, sin saberlo, están en la misma ciudad,
 en el mismo edificio.

El destino les da una nueva oportunidad.

Cuando por fin se encuentran en el ascensor, 
ella sonríe y él le contesta con un distante y seco “hola”.

Ella camina por la acera.

Él se dirige a la moto.

Ella se dice que está igual que la última vez que le vio.

Él espera que llegue la mañana para poder decirle
 todo aquello que le hace sentir, 
aunque por experiencia sabe que quedará en un distante
 y seco “hola”.

Y es que

 “El destino es el que baraja las cartas,

pero nosotros los que las jugamos”.

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