“Sabemos que a todos nos toca.
Somos llamados según una nómina que solo ellos conocen.
Mientras se espera el turno, en voz baja hacemos suposiciones con las que intentamos adivinar el por qué hemos sido los elegidos.
Antes de ingresar a este último sector teníamos un nombre y apellido, ahora solo nos individualiza un número de expediente.
Hace tres días fuimos citados, y uno, que estamos aquí.
Nos han mantenido en pie con un líquido de color oscuro y sabor amargo, dicen que nos mantiene despiertos, y un plato de un caldo tibio que logra templarnos, porque a la hora del crepúsculo la temperatura bajó notoriamente.
Creo que he perdido la memoria y carezco de emociones.
Me doy cuenta porque no tengo miedo, ni inquietud.
Subo la escalera, es mi turno de decidir qué hacer.
La luz que entra por la abertura que esta delante mío se proyecta en la pared del fondo, donde queda la última huella de mi precaria estadía por aquí:
mi sombra.
Me decido a lanzarme y sé que lo lograré.
No tengo miedo, no siento ansiedad, nada me preocupa y entonces
lo consigo: vuelo hacia el más allá.”
Alain apoya el pincel en la paleta,
cansado piensa:
cuando tu luz me libere del dolor de vivir, seré libre por fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario