Que grande el miedo que sentíamos al salir por fin bajo las estrellas.
El cielo azabache, imponente,
congelaba nuestras voces en un principio.
Después, nos atrevimos a reír.
El pasado nos persigue a cada instante,
en cada nueva acción.
Pero igualmente, continuamos
Sintiendo el frío en nuestras manos.
Sintiendo el frío en nuestras manos.
Porque el hielo y la nieve lo cubre todo.
Es una ciudad desconocida en la cual no existe lo imposible.
Lástima de tener la conciencia de que es un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario