Todo el mundo conoce qué son y para qué sirven los años bisiestos:
para que el paso de las estaciones no se desbarate, dado que los años ‘reales’ duran ligeramente más que los 365 días que marca nuestro calendario. Sin embargo, menos conocida es la existencia del ‘segundo bisiesto’ o, más exactamente, el ‘segundo intercalar’.
Se trata de un segundo extra que se introduce cada varios años para reajustar la hora de los humanos con la de los astros, de modo que en 2005 y en 2008 hubo un minuto que duró 61 segundos.
Eso si, la mayoría ni nos enteráramos.
Pues bien, este mes de enero los Señores del Tiempo, encarnados en la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT),
decidirán si se cargan este segundo o lo mantienen.
El asunto, que podría parecer baladí, ha abierto una brecha entre dos grandes frentes: por un lado, los que quieren mantener el sistema actual están los astrónomos y los navegantes (por mar y por aire), así como tres países Canadá, China y Reino Unido, país que alberga, no lo olvidemos, el Observatorio de Greenwich, referente horario planetario hasta 1972.
Entre los que quieren suprimir el ‘segundo intercalar’ están Estados Unidos, Francia, Italia y Alemania, una postura promovida por “las multinacionales norteamericanas de satélites”, según cuenta un experto español involucrado en las discusiones, que vienen desarrollándose desde hace seis años.
Introducir este segundo extra anual en todos los equipos informáticos de los clientes supone un engorro, alegan las empresas de telecomunicaciones.
Más aún teniendo en cuenta que la introducción del ‘segundo intercalar’
no es previsible, pues depende de la rotación de la Tierra cada año,
un parámetro que está controlado por el IERS.
La supresión del ‘segundo intercalar’ tiene diversas implicaciones.
La más importante es la desvinculación del UTC (Tiempo Universal Coordinado, el tiempo que rige a los hombres y sus máquinas) del UT (Tiempo Universal, el tiempo astronómico ‘real’, si es que existe semejante entelequia).
El primero fue definido en 1972 y está vinculado al venerable GMT (el tiempo medido en Greenwitch), por aquello de la continuidad entre las escalas.
¿Qué problema plantea esto?
Que dentro de un siglo, el mediodía (el punto en el que el sol esté en su cénit) tenga lugar un minuto y medio más tarde de las 12
El ‘segundo bisiesto’ también afecta al protocolo NTP de Internet y, sobre todo, a los sistemas de navegación de satélites, como el GPS o el GNSS (Sistema de Navegación Global de Satélites).
Pero aún hay más: el Tiempo Atómico Internacional (TAI), una escala intermedia en el cálculo de UTC, que está medido por 400 relojes atómicos repartidos en 60 localizaciones en todo el mundo y es ajeno a los segundos intercalares, motivo por el cual está ‘retrasado’ 34 segundos respecto al UTC.