viernes, 18 de mayo de 2012

Prisionera cibernética...



La ayudante de Houdini sale radiante al escenario y te dedica, agradecida, 
una sentidísima genuflexión, seguida de una sonrisa cómplice. 
El famoso escapista quita la tela que cubre un objeto y aparece tu ordenador. 
Introduce dentro de la pantalla a su ayudante, como si fuera una foto
 del Google Imágenes.
 Un sonido eléctrico, apenas perceptible al oído, escapa del interior 
de tu computadora y aparece este texto escrito en letras rojas. 
El escapista se gira y te mira fijamente. 
Estás solo. 
Eres su único público. 
Houdini toma aire y te habla lentamente, con acento austrohúngaro: 
“Mi joven ayudante está atrapada. 
Si quieres condenarla para siempre, simplemente apaga el ordenador,
 vete a cualquier otra página, y acabará encerrada en la oscuridad 
de este post para siempre. 
Si por el contrario, deseas liberarla,
 lee de nuevo este pequeño cuento”.