A segundos...
A segundos
de los arcanos
del pecado
de la vanidad.
A segundos
de los bordes
del humo
de tus yemas.
A segundos
de los vértices
de la lluvia
de tu puerta.
A segundos
de las paralelas
de tu embriaguez.
A sólo segundos
de la profundidad
de nuestros cuerpos.