Es absurdo que nos consideremos seres racionales.
Actuamos y juzgamos movidos por mitos y emociones y nos servimos de la razón como mucho para justificar esas actuaciones y esos juicios.
Nadie analiza lo que hace o piensa a la luz de la lógica, nadie prevé sus movimientos en términos de coherencia racional.
Nos mueve lo que amamos, odiamos, admiramos, envidiamos o despreciamos, y sólo después de sentir y de hacer, algunos, pocos,
nos ponemos a pensar sobre el sentido y lo hecho intentando que ese pensamiento a posteriori quede libre de prejuicios y de pasiones.
Y aún eso es difícil, porque la mente no tiene compartimentos específicos que se abran y se cierren según la ocasión lo requiera o la voluntad lo indique: en la cabeza va todo mezclado.
Y si la mezcla es abigarrada pero tiene equilibrio,
como en esta mezcla de sentimientos,
por ejemplo, entonces vamos bien...