Un simple giro en el viento, puede cambiar la vida.
Un tenue crujido en la noche y en la noche nace un tenue resplandor rojizo… el viento y la quietud se convierten en improvisados pero valiosos aliados…
el resplandor crece y la noche comienza a disolverse entre las llamas de un fuego que crece con un ansia desbordada…
El olor a humo avisa a hombres y bestias que al percatarse huyen al tiempo… amigos y enemigos desean escapar de allí presas del pánico y cubiertos de impotencia… el fuego devora todo aquello que encuentra a su paso sin que nada le sirva de barrera ni freno.
Lo noche ya no importa, pues el fuego se ha encargado de poner luz y sombra propia a todo ello y donde el orden reinaba en rutinaria monotonía, ahora
el caos campa sin esfuerzo avivado por el fuego que no cesa de crecer.
El olor a humo, el olor al bosque quemado, el olor de múltiples productos,
el olor al miedo… Todos los olores se entremezclan en uno solo y se respiran cada vez con más virulencia y terror… el conejo corre junto al lobo para escapar… el amo es perseguido por el esclavo al que le pidió protección…
el mochuelo dejó atrás su olivo cubierto de llamas y huye con los demás…
La ciudad también se ha iluminado por las llamas… casas y bienes desaparecen engullidos por el fuego, mientras los gritos de pánico acallan
el crepitar del fuego que, ajeno a todo ello, sigue imparable se avance…
Un monstruo imparable que causa destrucción, confiere miedo y se cobra vidas… algo más lejos, calmado, imperturbable, sereno…
Nerón acaricia el arpa.