El nuevo Director del Hospital Psiquiátrico Regional,
en su primer día de su puesto, decidió recorrer el establecimiento, con el fin de conocer las dependencias y a su vez interiorizarse de los problemas que deberá solucionar.
Para comenzar solicitó visitar las salas de internación.
La primera resultó la asignada a los pacientes con estadía prolongada, a causa de su grave estado de alteración.
A los pocos instantes de su entrada al pabellón referido, se acercó un hombre de mediana edad, bien vestido, de traje y corbata, a media voz y en forma correcta pidió intercambiar unas palabras con el Director.
Éste, sin titubear, disculpándose de sus acompañantes,
dio unos pasos a un costado y requirió del susodicho explicación.
-Seré breve estimado Sr. Ante todo deseo agradecer su atención,
la cual valoro y aprecio.
Me permito creer que habrá notado que no pertenezco a este lugar.
Esto mismo lo planteé a una decena de personas, encargados, dirigentes que visitaron el lugar, e inclusive al anciano Director que Ud, reemplaza.
Por una u otra causa, que desconozco, no consiguieron resolver el problema que tanto me afecta.
Por una equivocación de papelerío, llegué a este hospital, es decir sin motivo o razón. Repito que esto mismo lo manifesté en todo clase de oportunidades, solicitando el arreglo de tal “equivocación”; como es notorio todas las tratativas pertinentes carecieron de fruto.
Me enteré de su visita, por lo tanto preparé un detalle de mis datos personales y un breve desarrollo de los acontecimientos.
Se lo entrego, y le ruego encarecidamente ocuparse para así librarme de esta carga, podría decirse anti-humana.
Nuevamente reitero mis gracias y por favor no se olvide de tratar de solucionar mi triste situación-
Dicho esto, saludó, dio media vuelta y desapareció.
El anonadado Director, quedó impactado.
Se unió a la comitiva que lo aguardaba, evitó tratar lo escuchado en forma abierta y procedió a continuar con la visita.
Al cabo de escasa media hora, el grupo se dirigió hacia la salida, se escucharon unos pasos acelerados en la sala, el infortunado personaje ya casi a media carrera se acercó y al llegar detrás del Director, antes que éste alcanzara a volverse, acertó un grosero puntapié en el trasero del ejecutivo.
Y en voz bien alta exclamó:
¡¡No se olvide, eh!!