Argentina planea una ley para seducir a Monsanto y le asegura regalías por su
nueva soja transgénica
Desde el Gobierno nacional se está trabajando en una nueva ley de semillas para proteger los derechos de propiedad intelectual de biotecnología agrícola en un esfuerzo por incentivar a que Monsanto Co. traiga su segunda generación de semillas de soya transgénica al país.
Desde el Gobierno nacional se está trabajando en una nueva ley de semillas para proteger los derechos de propiedad intelectual de biotecnología agrícola en un esfuerzo por incentivar a que Monsanto Co. traiga su segunda generación de semillas de soya transgénica al país.
Lo confirmó el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar.
Argentina está trabajando en una nueva ley de semillas para proteger los derechos de propiedad intelectual de biotecnología agrícola en un esfuerzo por incentivar a que Monsanto Co. traiga su segunda generación de semillas de soja transgénica al país.
El ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, dijo en un comunicado que el país ha decidido avanzar con un proyecto de ley de semillas, como corresponde en un país que aspira a ser líder en la producción de alimentos, y que busca proteger la propiedad intelectual en el proceso de desarrollo, informa hoy el diario The Wall Street Journal.
Yauhar agregó que el proyecto se enviará para discusión al Congreso en los próximos meses.
Monsanto no logró obtener una patente local para las semillas de soya modificadas genéticamente que lanzó en Argentina hace 15 años, y sus esfuerzos por recaudar regalías han sido frustrados por las regulaciones locales.
Regalías aseguradas
Junto a la nueva soja transgénica que se presentó ayer en Buenos Aires, en 2013 el país adoptará también un sistema que le garantizará a Monsanto y a otras empresas de biotecnología agrícola el cobro de regalías o derechos por las patentes de sus inventos. Esto implicará un cambio profundo , pues a quince años de la adopción del primer transgénico, los productores nunca pagaron por dicha tecnología, destaca en su edición de hoy el diario Clarín.
Pablo Vaquero, vice de Monsanto Argentina, anunció junto al ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, que la nueva soja “Intacta RR2 Pro” estará disponible en la campaña 2013/14 (en la próxima siembra solo se realizarán ensayos en el norte).
Y calculó que la mejoría de los rendimientos podría llegar al 11% . No sería poca cosa: se producirían 5 millones de toneladas más, que al valor actual serían ingresos por US$ 3.000 millones.
Pero ese salto no será gratis para los productores, que no pagaron royalties por la primera soja RR, aprobada en 1996. Y es que en aquella oportunidad Monsanto no patentó en el país su transgénico debut, y cuando quiso cobrar se encontró con una fuerte resistencia .
Incluso en 2004 el gobierno kirchnerista resistió esa pretensión en los tribunales europeos, donde Monsanto había accionado contra los exportadores argentinos.
Según un estudio encargado por el sector semillero, de los US$ 61.917 millones que el país habría ganado en estos 15 años gracias a la primera soja RR, 72,4% fueron para los productores, 21,2% al Estado y solo 6,4% para los proveedores de tecnología. Es decir, el inventor de la semilla mágica apenas logró beneficios.
La situación con la “Intacta” sería diferente. Monsanto ya cuenta con una batería de patentes que le aseguran la propiedad intelectual. Y para reforzar ese escenario propició, junto al resto de la industria semillera, acopiadores y exportadores, un “sistema privado” que regirá no solo para esta soja sino para el resto de los transgénicos que desembarquen en un futuro.
Este acuerdo funcionará así: cuando el productor compre semilla de soja certificada pagará el derecho fijado.
Argentina está trabajando en una nueva ley de semillas para proteger los derechos de propiedad intelectual de biotecnología agrícola en un esfuerzo por incentivar a que Monsanto Co. traiga su segunda generación de semillas de soja transgénica al país.
El ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, dijo en un comunicado que el país ha decidido avanzar con un proyecto de ley de semillas, como corresponde en un país que aspira a ser líder en la producción de alimentos, y que busca proteger la propiedad intelectual en el proceso de desarrollo, informa hoy el diario The Wall Street Journal.
Yauhar agregó que el proyecto se enviará para discusión al Congreso en los próximos meses.
Monsanto no logró obtener una patente local para las semillas de soya modificadas genéticamente que lanzó en Argentina hace 15 años, y sus esfuerzos por recaudar regalías han sido frustrados por las regulaciones locales.
Regalías aseguradas
Junto a la nueva soja transgénica que se presentó ayer en Buenos Aires, en 2013 el país adoptará también un sistema que le garantizará a Monsanto y a otras empresas de biotecnología agrícola el cobro de regalías o derechos por las patentes de sus inventos. Esto implicará un cambio profundo , pues a quince años de la adopción del primer transgénico, los productores nunca pagaron por dicha tecnología, destaca en su edición de hoy el diario Clarín.
Pablo Vaquero, vice de Monsanto Argentina, anunció junto al ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, que la nueva soja “Intacta RR2 Pro” estará disponible en la campaña 2013/14 (en la próxima siembra solo se realizarán ensayos en el norte).
Y calculó que la mejoría de los rendimientos podría llegar al 11% . No sería poca cosa: se producirían 5 millones de toneladas más, que al valor actual serían ingresos por US$ 3.000 millones.
Pero ese salto no será gratis para los productores, que no pagaron royalties por la primera soja RR, aprobada en 1996. Y es que en aquella oportunidad Monsanto no patentó en el país su transgénico debut, y cuando quiso cobrar se encontró con una fuerte resistencia .
Incluso en 2004 el gobierno kirchnerista resistió esa pretensión en los tribunales europeos, donde Monsanto había accionado contra los exportadores argentinos.
Según un estudio encargado por el sector semillero, de los US$ 61.917 millones que el país habría ganado en estos 15 años gracias a la primera soja RR, 72,4% fueron para los productores, 21,2% al Estado y solo 6,4% para los proveedores de tecnología. Es decir, el inventor de la semilla mágica apenas logró beneficios.
La situación con la “Intacta” sería diferente. Monsanto ya cuenta con una batería de patentes que le aseguran la propiedad intelectual. Y para reforzar ese escenario propició, junto al resto de la industria semillera, acopiadores y exportadores, un “sistema privado” que regirá no solo para esta soja sino para el resto de los transgénicos que desembarquen en un futuro.
Este acuerdo funcionará así: cuando el productor compre semilla de soja certificada pagará el derecho fijado.
Pero si no lo hiciese , al vender sus granos se realizará un sencillo test que permite detectar la presencia de los genes buscados. Y si el resultado fuera positivo el comprador del grano cobrará a cuenta del desarrollador las regalías pendientes, algo más caras que al principio.
Ecológicos Unidos.
Ecológicos Unidos.