El payaso de ojos grises piensa en las hormigas y los albatros,
en los cuerpos que sudan bajo la luz de las lunas que abrasan.
El payaso de ojos grises sale a la acera vacía y busca su árbol.
Acomoda su cuerpo huesudo en la huella del tronco
que él mismo ha hecho durante años.
Saca su armónica y toca su canción.
Es la suya una historia vulgar pero es su canción.
No habrá otra y lo sabe.
El sonido del autillo le acompaña de nuevo.
Solo él sabe ésta y todas las noches que su música
ahuyentará fantasmas y quimeras.
Y esperará el momento exacto en que todo a su alrededor
estalle como el big bang.
Se fundirá en él y nunca más tendrá que escribir con su pie
en la tierra húmeda:
¡Help me!