Hay momentos donde las tormentas mas fuertes se desarrollan indómitamente en el interior de uno, implacables e irresolutas.
Pero en esos momentos tormentosos, es también cuando uno se encuentra
más silencioso.
Es un silencio más poderoso que mil palabras, imposible de traducir
en el lenguaje, que se transmite a través de una mirada
tan profunda como perdida.
El mundo de los hombres es ruidoso y caótico, todo es distracción, y,
cuando uno se aísla de los hombres y sus ruidos, se encuentra con su propia voz, sus miedos, deseos, alegrías y tristezas.
Sólo en silencio se puede dialogar con esa voz,
para bucear hacia las profundidades del propio ser.
Así que ante ese silencio me rindo,
me abraza, me contiene y me lleva mas allá, lejos de todo y de todos,
donde pueda encontrar mi camino, que a veces se borronea
y pierde entre las brumas de la frágil y caótica existencia humana.