
El Sol no rota rígidamente, sino que posee una rotación diferencial:
en particular, las regiones en el ecuador rotan más rápido que las de los polos. Pero esta rotación diferencial se da tan solo en el 30% más externo del Sol,
en la llamada zona de convección.
Bajo esta zona se encuentra la zona radiactiva, en la que la rotación es rígida.
Justo entre las zonas convectiva y radiactiva existe una capa, la tacoclina,
donde se produce una transición muy marcada entre ambas.
Esta zona es crucial para el almacenamiento y amplificación del campo magnético solar, puesto que en ella se localizarían los intensos tubos de flujo magnético que originan las manchas solares que se observan en la superficie.
Si la tacoclina estuviera un poco achatada y se desviase ligeramente de la simetría axial -por ejemplo, porque rotase alrededor de un eje ligeramente inclinado con respecto al eje de rotación del Sol-, los planetas podrían ejercer pares de fuerzas sobre la tacoclina por efecto marea (similar al que la Luna ejerce sobre los océanos terrestres).
El efecto de marea, aunque pequeño, y hasta ahora despreciado,
podría ser suficiente para afectar la capacidad de la tacoclina para almacenar
los tubos de flujo magnético.
Si esto fuera así, deberían encontrarse los mismos periodos en la actividad solar que en el torque ejercido por los planetas, como precisamente ha descubierto el equipo en el que se participa el investigador Antonio Ferriz-Mas (IAA-CSIC).
Como indican los doctores J. A. Abreu y J. Beer del ETH de Zurich (Instituto Politécnico Federal), la influencia de los planetas sobre el magnetismo solar a larga escala temporal es una hipótesis interesante, que daría una explicación natural a los periodos de entre ochenta y ocho y dos mil doscientos años presentes en el registro de la actividad magnética solar.
Si esto fuese así, este estudio puede tener implicaciones muy importantes para entender mejor cómo funciona el Sol y,
en particular, la actividad magnética solar.
Este equipo internacional (Suiza, España y Estados Unidos) ha reconstruido minuciosamente la actividad magnética solar de los últimos diez mil años analizando para ello la concentración de isótopos cosmogénicos (los isótopos berilio-10 y carbono-14) en testigos de hielo de la Antártida y de Groenlandia.
La serie temporal obtenida muestra unas periodicidades, aparte del conocido ciclo solar de once años, para las cuales no existía hasta ahora ninguna explicación
en el marco de la teoría dinamo (es decir, la teoría que intenta dar cuenta
de cómo se generan los campos magnéticos solares y estelares).
FUENTE: IAA