sábado, 29 de diciembre de 2012

MALVINAS...

Más huellas de una certeza: las islas estuvieron 
cerca de volver a ser argentinas
POR RICARDO KIRSCHBAUM (*)

Los archivos británicos sobre la guerra de Malvinas confirman lo que 
ya se sabía sobre la historia reciente.
Los archivos británicos sobre la guerra de Malvinas confirman lo que ya se sabía. A pesar del desembarco argentino y de los fieros combates librados sobre la turba de las islas por la fuerza expedicionaria británica, el archipiélago podría haber sido recuperado por Argentina mediante negociaciones.
La pregunta es ¿por qué no se pudo llegar a un acuerdo?
 ¿Cuál fue el principal obstáculo para que esas cruciales negociaciones fracasaran? Y la tercera pregunta es ¿qué hubiera pasado si los militares,
 al fin, conseguían lo que tuvieron al alcance de la mano?
Los nuevos documentos echan luz sobre la disposición británica a buscar un acuerdo y sobre la presión de EE.UU. para evitar que argentinos y británicos, aliados de distinto rango con Washington en esos tiempos del mundo bipolar, se mataran mutuamente. Las propuestas estuvieron sobre la mesa: autoridad interina (con presencia argentina y garantía de Estados Unidos, luego reemplazada por otros países después de la decisión de Washington de apoyar militarmente a Londres), plazo breve para discutir sobre la soberanía 
(fines de 1982 o, in extremis , julio de 1983). 
Todo giró en torno a esos temas: el hundimiento del Belgrano también hizo naufragar la propuesta del presidente peruano Belaúnde Terry quien, como se comprobó luego, negociaba respaldado por el secretario de Estado de Estados Unidos, Alexander Haig, y el canciller británico, Francis Pym.
Uno de los puntos centrales fue el retiro de las tropas argentinas de las islas. 
En todos los documentos –los conocidos y los que ahora se hicieron públicos– era una cuestión crucial. El plan original de los militares argentinos fue desembarcar en las islas, tomar el control del gobierno de la colonia, dejar un destacamento de gendarmes y retirar la mayor cantidad de tropas a los cinco días.
 Esas previsiones no se cumplieron.
Si el hundimiento del crucero General Belgrano tuvo un impacto demoledor en la negociación diplomática, el exitoso ataque a HMS Sheffield puso algo de equilibrio militar. Pero nada detuvo el choque militar .
Aún así, según los documentos revelados en Londres, en una conversación telefónica entre el presidente Ronald Reagan y la primer ministra británica Margaret Thatcher se volvió a plantear seriamente la posibilidad de un acuerdo. Las tropas de asalto del Reino Unido ya habían desembarcado en el estrecho de San Carlos y vencido en la batalla de Goose Green.
Dice el documento: “El presidente Reagan dijo que los Estados Unidos consideraban imperativo que el Reino Unido esté preparado para hablar antes que los argentinos fueran forzados a retirarse”. 
Y agrega: “Como el Reino Unido tiene ahora ventaja militar debería plantear
 el acuerdo ahora ”.
Los temores británicos se referían al peligro de una segunda “invasión” argentina, pero el principal tema estaba vinculado con los deseos de los isleños.
La cuestión, según surge de esos documentos, eran un nuevo status, diferente al que tenían las islas antes del 2 de abril. 
Y ese nuevo status se refería a la autodeterminación de las islas
 y a su independencia.
Si hubo estas propuestas –existe abundante documentación sobre 
las negociaciones– las explicaciones sobre el fracaso hay que buscarlas tanto 
en la situación interna británica como en la complicada y confusa conducción argentina . Ese fue el nudo central del problema: lo que se jugó en la guerra tenía mucho que ver con los frentes internos y la estabilidad futura 
según el resultado
 de la guerra y con la situación internacional de entonces. 
Hubo incompetencia política y diplomática, pero también ambiciones personales que llevaron al desastre.
Otra vez aparecen las huellas de esa certeza: las islas estuvieron muy cerca 
del volver a formar parte del territorio argentino. 
Ahora han quedado mucho más lejos de lo que estaban en 1982.

(*)Editor general de Clarín y coautor de “Malvinas, la trama secreta”.

#Según archivos británicos, Thatcher pensó en negociar 
la soberanía de Malvinas
#Durante la guerra, Thatcher evaluó atacar la Argentina continental
Su secretario pidió indagar qué reacciones provocaría un bombardeo.
 Y su gobierno analizó atacar blancos militares en la Patagonia.
#EE.UU. quería anticipar a la Argentina una maniobra militar inglesa
A fines de abril de 1982, los británicos retomaron las Georgias.
 El entonces canciller norteamericano analizó revelar la maniobra a la dictadura de Galtieri para mostrar a su país como un jugador neutral.

Una síntesis de los mezquinos objetivos de dos perversos
El peor, creo, de mi vida”. 
Así califico la ex primer ministro británica Margaret Thatcher al momento en el cual se enteró de la ocupación militar argentina de las islas Malvinas que la tomó por sorpresa, según revelan los más de 3.500 documentos reservados, ahora desclasificados. Motivos no le faltaban. 
En el Reino Unido arreciaban huelgas y protestas que mostraban el clima de convulsión social que se vivía en contra del experimento de la abanderada de la revolución conservadora. 
En nuestro país, la ocupación se vivió en la euforia de una Plaza de Mayo desbordada, a pesar de que dos días antes la misma plaza estuvo 
colmada por quienes nos oponíamos a la situación económico social 
y fuimos duramente reprimidos.
La historia quiso que dos personalidades perversas con objetivos comunes se encontraran: Thatcher usó la contienda para recuperar su popularidad y la “grandeza del Imperio”, ambos en franca decadencia. 
Sin importarle la Justicia de la causa ni la pérdida de vidas humanas.
 El general Galtieri era el emergente de la más sangrienta dictadura militar de nuestra historia, quien se ilusionó ingenuamente con su continuidad en el poder en caso de que la aventura guerrera resultara exitosa.
Los documentos revelados no muestran prácticamente nada nuevo o desconocido: es la síntesis de las infructuosas gestiones y negociaciones por falta de voluntad en pos de mezquinos objetivos políticos de corto plazo, que abrieron un abismo entre dos naciones y sus pueblos con intereses comunes.
 Aparecen sí omisiones groseras: el hundimiento del crucero General Belgrano torpedeado por el submarino nuclear cuando navegaba fuera de la zona de exclusión unilateralmente impuesta por el Reino Unido que no sólo constituyó
 un crimen de guerra sino que hizo naufragar las negociaciones de paz
. Nuestro propio informe Rattenbach revela que salvo honrosas y heroicas excepciones nuestras Fuerzas Armadas no estaban preparadas para un conflicto de esta naturaleza y envergadura. Falló lo elemental la coordinación 
y complementación que debían observar, repitiendo absurdamente 
el poder compartimentado impuesto en el territorio continental.
La solución no vendrá por las armas. Se obtendrá por vía de una continua 
y coherente acción diplomática que tiene que tomar como base la Resolución
 2065 del año 1965 de la ONU. 
De aquel desafortunado momento en que estas dos perversas personalidades se encontraron para producir el desastre debemos aprender la lección guiados por la paz y el derecho en beneficio de ambos pueblos y naciones y tal vez entonces florezcan mejores noticias en el botánico Qew y en el de Buenos Aires.

(*)Ex presidente de Comisión de R. Exteriores de Diputados.

Causa-Efecto




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