Se me estaba olvidando.
Tantos días de encierro aislado discutiendo conmigo mismo nublaban mi entendimiento y me hacían olvidar que soy mi mejor compañía.
Se me estaba olvidando y cometí el error.
Se me estaba olvidando y cometí el error.
Salí a la noche, a la loca noche poblada de promesas sin futuro,
de mentiras más interesadas que piadosas, de sonrisas perfumadas para ocultar
el hedor de la falsedad.
Salí a la noche y me encontré el día despertando a la evidencia.
Salí a la noche y me encontré el día despertando a la evidencia.
Tuve que ser testigo de este triste amanecer para recordar lo que siempre olvido: que “sólo salgo para renovar la necesidad de estar solo”