
La imagen del universo en que vivimos, como ha revelado la física moderna,
es de una gran simplicidad subyacente; fenómenos elegantes danzan fuera de nuestra vista
y de ellos emerge la complejidad del mundo macroscópico.
Este es quizá el mayor logro de la ciencia moderna, la reducción de la enorme diversidad
del mundo, incluidos los seres humanos, a la descripción del comportamiento de un puñado
de diminutas partículas subatómicas y las cuatro fuerzas que actúan entre ellas.