En nuestro sistema solar existen tres tipos de planetas. Por un lado tenemos mundos rocosos como la Tierra o Marte que cuentan con una superficie sólida sobre la que poner los pies y están formados por 'rocas' (silicatos y metales). Luego están los gigantes gaseosos como Júpiter y Saturno, formados principalmente por hidrógeno y helio (y que en realidad deberían ser llamados "gigantes líquidos", porque la mayor parte del hidrógeno de su interior está en estado líquido o metálico).
Por último tenemos los gigantes de hielo, Urano y Neptuno, compuestos por hidrógeno y helio como los gigantes gaseosos, pero también por una gran cantidad de "hielos" (hielo de agua, de amoniaco, de metano, etc.). Hasta hace no muchos años pensábamos que el resto de sistemas estelares de la Galaxia seguiría un patrón más o menos similar.
Pero no es así. Ahí fuera hay planetas totalmente distintos a los que conocemos.
Estructura de un minineptuno (NASA).
Primero fueron las supertierras, un tipo de planeta rocoso que es muy abundante en el Universo.
Dependiendo de su órbita, algunas supertierras se cree que pueden tener enormes mares de lava en su superficie, mientras que otras estarían cubiertas por océanos globales de agua de cientos de kilómetros de profundidad. Luego se descubrieron los minineptunos, planetas que -como su nombre indica- son grandes bolas de hielos con un núcleo rocoso con un tamaño similar al de las supertierras más grandes. Un minineptuno es básicamente un gigante de hielo pequeño y, de hecho, a día de hoy no sabemos cómo distinguir las supertierras de los minineptunos a partir de los datos observacionales. Los minineptunos son todo un misterio, de ahí que su estudio sea una prioridad. Por eso resulta tan interesante el último descubrimiento del telescopio espacial Kepler, un planeta denominado Kepler-68b y que presenta características lo sitúan entre las supertierras y los minineptunos.
Kepler-68b forma parte de un sistema estelar de tres planetas -situados alrededor de una estrella de tipo solar- cuya masa mínima ha podido ser determinada mediante observaciones terrestres usando el método de la velocidad radial (el telescopio Kepler descubre planetas mediante el método del tránsito y sólo puede determinar el tamaño de los mundos descubiertos).
Tiene una masa de entre 6 y 10,3 veces la terrestre, mientras que su radio es 2,3 veces el de nuestro planeta. Con estos datos podemos calcular su densidad media, que, con 3,32 gramos por centímetro cúbico, resulta estar comprendida justo entre la densidad de los gigantes de hielo como Neptuno y los planetas terrestres.
Su periodo -o sea, su año- tiene solamente 5,4 días, por lo que la temperatura 'superficial' de este mundo debe ser muy alta. Si Kepler-68b es realmente un minineptuno denso, sería el más caliente conocido hasta el momento.
Curva de luz de Kepler-68b (R. L. Gilliland et al.).
Ahora bien, ¿de qué está hecho Kepler-68b? Con esta densidad debe tener gran cantidad de volátiles (hielos y gases), pero también un porcentaje importante de roca. Así que, ¿cómo es su estructura interna? Pues aquí es donde las cosas se ponen interesantes, porque nadie lo sabe. Para ser un minineptuno, es demasiado denso, aunque obviamente no se puede descartar que lo sea. Pero también podría ser un mundo esencialmente rocoso con una gruesa atmósfera de hidrógeno y helio, o bien contener enormes cantidades de agua distribuida entre un océano superficial y una densa atmósfera de vapor de agua.
Es decir, sería una supertierra tipo mundo océano, pero a lo bestia. Por otro lado, y debido a la escasa distancia que lo separa de su estrella, Kepler-68b quizás sea lo que queda de un gigante gaseoso después de perder sus capas exteriores de hidrógeno y helio. O lo que es lo mismo, estaríamos ante el núcleo de hielo y rocas de un gigante gaseosos. Lo único seguro es que no se trata de un mundo de carbono.
Por otro lado Kepler-68 es un sistema estelar compacto, similar a Kepler-11 y Kepler-20, un tipo de Sistema Solar en miniatura que parece ser muy común en la Galaxia. Los otros dos planetas del sistema son kepler-68c (un mundo rocoso con el tamaño de la Tierra y un periodo de 9,6 días) y Kepler-68d (un gigante joviano con la misma masa que Júpiter y un periodo de 540 días), éste último descubierto por el método de la velocidad radial. Kepler-68b muestra a las claras la necesidad de disponer de modelos teóricos detallados sobre los distintos tipos de planetas en función de su composición.
Porque lo que resulta evidente es que el número de tipos de planetas es muy superior a lo que pensábamos hasta hace poco. Todo un zoológico de planetas espera ser descubierto.
Referencias:
- Kepler-68: Three Planets, One With a Density Between That of Earth and Ice Giants, R. L. Gilliland et al. (ArXiV, 11 de febrero de 2013).

