Un telescopio italiano ha captado un extraño fenómeno natural en la ionosfera a una altitud de entre 85-600 kilómetros sobre la Tierra: un brillante arco rojo que se extiende sobre la mayor parte de Europa.
Inapreciable a simple vista, el misterioso fenómeno -que nunca antes había sido observado- es atribuido por los científicos a las tormentas magnéticas que azotan la Tierra.
Gracias al nuevo observatorio All-Sky Imaging Air-Glow Observatory (ASIAGO), ubicado en el norte de Italia, los investigadores pudieron contar con cámaras altamente sensibles y lentes ‘ojo de pez’ para captar los arcos ilusorios, informa la página web de Dailymail.
Al comparar sus observaciones con las realizadas vía satélite, los astrónomos descubrieron que los ‘arcos’ se extienden casi por encima de todo el territorio de Europa: desde el oeste de Irlanda a la parte oriental de Bielorrusia.
El fenómeno del arco rojo se produce cuando los átomos de oxígeno en la ionosfera se iluminan bajo la influencia de los electrones calentados por la magnetosfera de la Tierra.
A diferencia de las luces del norte que se registran a altas latitudes, este tipo de arcos surgen en latitudes más bajas.
Máximo solar
Cada 11 años los medios anuncian un pico de la actividad solar, lo que conlleva la aparición de manchas solares y el estallido de tormentas solares potencialmente peligrosas, así como la aparición de auroras pintorescas.
Si bien esta fase, conocida como máximo solar, ha sido pronosticada para el próximo mes de agosto, los científicos advierten que también debemos prestar atención a los periodos tranquilos de nuestra estrella.
“El ‘clima’ cósmico no desaparece durante el mínimo solar, sino que cambia de forma y se acerca un extremo diferente”, explicó el astrofísico Madhulika Guhathakurta, de la NASA.
De hecho, una disminución de los vientos solares permite que más rayos cósmicos alcancen el sistema solar.
Estos iones cargados de gran energía pueden romper las cadenas de ADN, aumentando el riesgo de cáncer en los astronautas, según el investigador.
La disminución de la radiación ultravioleta solar también conlleva el enfriamiento de la atmósfera terrestre que, al contraerse, ejercen menos influencia sobre las órbitas de satélites en lo que se refiere a fuerzas de gravitación.
Al mismo tiempo, la basura espacial tiende a acumularse en la órbita en estos periodos de calma, a diferencia del máximo solar, cuando la recalentada y expansiva atmósfera atrae la basura, parte de la cual se quema cayendo a la Tierra.