miércoles, 1 de mayo de 2013

Nacional y popular...


-Si usted está en busca de un amor nacional y popular, aproveche la próxima y haga como yo-, 
dijo El Príncipe, en clara actitud de comenzar un discurso ininterrumpible.

-Antes de expresar mi sabiduría milenaria, de manera condensada para que sea útil en el siglo XXI, quisiera aclarar que yo creo que la grandiosidad de mi conocimiento es o fruto de la casualidad o de una causalidad, superior a mi, que desconozco. Si uno lo piensa y lo planea, no le sale.
 Tiene que surgir de la médula.

Dicho esto -continuó-, voy a darle algunas pinceladas de la obra maestra que permitió que yo conociera a una mujer "nacional, popular y con muchas ganas de aprender a bailar", que así fue como se presentó, cuando le pregunté si era argentina... 
Creo que ya es hora de que lo sitúe...-.

Nota: no me atreví a decir nada. 
El Coreógrafo del Silencio se veía muy cómodamente instalado en la función "voy a contarlo todo y su atención es suficiente ayuda".

-Un poco para aprender, otro para ponerme en contacto con ese bailarín interno que todo lo sabe, y otro poco ¿porqué no decirlo? para abrirme a la posibilidad de encontrar a una dama a la cual valiese la pena entregarle mi corazón, fui a la milonga el 18A.
 A las clases de la tarde, tipo 19 hs. No le digo a cuál fui para que no sea curioso con lo que no es esencial y reserve un poco de su asombro para lo que sí lo es. 
Lo que ocurrió en poco tiempo, fue mucho. Si intentara describir cada detalle mágico, esto se convertiría en uno de los soliloquios más extensos de la historia de la humanidad, o por lo menos de la literatura tal como la conocemos...



Digamos que llegamos al momento en que nos toca bailar juntos.
 Es una clase para principiantes. Si usted se interesara por lo esencial, me preguntaría inmediatamente cómo es que yo voy a una clase de principiantes. 
Como sé que lo hace, se lo respondo sin que me lo pregunte.
 Primero, porque soy un eterno aprendiz. Tengo mente de principiante. 
Segundo, porque van algunas mujeres extraterrestres que no saben bailar. 
Y ahí yo tengo un saber. La combinación es perfecta desde el comienzo. 
El asunto es que en cuanto me abrazo con esta chica, me doy cuenta de que su capacidad de coordinar movimientos está bastante herrumbrada. 
Al mismo tiempo, su sonrisa encandilaba el salón entero, por no excederme en halagos y decir que encandilaba también la cuadra, el barrio o el universo mismo...

-¿Tan bella era?-, pregunté, más que nada para que supiera que lo estaba oyendo.

-Hay seres que son indescriptibles, si intentamos hacerlo usando lenguajes humanos. 

Podrían decir algo que se acerque, tal vez, un silencio... o una brisa... pero la palabra apenas puede mostrar una dirección, nunca llegar a ser eso que anima a un ser extraordinario. 
Uno, que no es la primera vez que siente su corazón latir, sabe que todos los seres son extraordinarios. Pero otro uno, que también forma parte de eso que es un río pero nos gusta llamar uno, romántico, sabe que algunos seres le resultan más extraordinarios que otros. 
Esta chica fue como si me hubieran dado un cachetazo de magia.
 En cuanto la vi, supe que no iba a intentar resistirme ni un poquito a cualquier cosa que viniera. 
Y que estaba dispuesto a hacer lo imposible para que esa relación naciera, creciera y diera fruto.

-¿Usted me está hablando en serio?-, pregunté, esta vez medio preocupado.

-La seriedad es la base de mi estilo. Que el andamiaje sea de una alegría desbordante, no quita que en esa tarde tan para encontrar un amor, los sentimientos hayan expresado libremente toda su salvaje pirotecnia romántica. No exagero si le digo que las emociones iban y venían como cadetes en el Micro Centro.

 Como cadetes locos, me refiero.
 Esos que van con anteojos negros y cara de estar llevando cosas mucho más importantes que papeles. Por lo general, usan auriculares... los habrá visto...

-Pensé que usted quería tener un hijo con la chica...

-No se avergüence de ese pensamiento, está muy cerca de la verdad... sabiendo que yo soy hijo del instante y que a su vez tengo como hijos a todos los instantes, imaginará que con esta chica ya tuve un montón, tantos que siento que hubiera vivido una eternidad bailando, riendo y dando gracias.

 Si hacen otra marcha, no deje de ir... están sólo las buenas... 
es un picnic de amor argentino... perdidos en Buenos Aires.