La
vi, agazapada, a la vera de la ventana.
La
luna se asomaba cauta entre las ramas del olivo y ella se fracturaba con el
parpadeo
de
la luz que atravesaba los cristales.
En
su perfil se repetía la languidez de mis movimientos.
. Percibí la fragilidad de su presencia
y
sentí el repentino abandono de mi cuerpo.
Mi
esencia se fundió en su sosiego, la arropó.
Opacidad y luz. Penumbra y creación.
Fui
su forma hasta que la noche se hizo oscuridad cerrada.
Ella fue sustancia, hasta que vacía de mi,
regresó
a la horizontalidad donde descansan sus sueños.