Hoy es uno de esos días mediocres que pierdo lamentando que no haya más días que los que habrá, aunque sean mediocres, aunque sean como éste.
Esa contradicción tan mía, tan estúpida, se vierte bajo una ducha de agua hirviendo que a duras penas activa algún nocireceptor que me saque de esa necedad instantánea.
De fondo se escucha "se lo llevó la tormenta y el tiempo, nada se pudo salvar"
mientras las gotas calientes, igual de mediocres que el día,
trabajan en el disimulo salvando lo que pueden.