
El doctor Arnulfo Estigarribia, decano del Partido Almedio y líder natural de los izquierdistas conservadores de dicha agrupación, pidió la palabra en la asamblea de afiliados.
Con sus 99 años, y tras una fecunda trayectoria, mantenía vivo el entusiasmo y las ganas de participar.
—¡Amigos! ¡Compañeros! ¡Frates! ¡Camaradas!
—Al grano, doctor —susurró el secretario de organización.
—He acatado la ínclita voz que me insta a no cejar en el empeño de construir una nación prístina, inmarcesible, acrisolada, imperecedera...
—¡Al grano, doctor! —insistió el secretario.
—Por eso traigo in péctore la fórmula del triunfo, la que nos hará ganar todas las contiendas, la que nunca nos dejará estancados...
—Se hizo un silencio sepulcral; todos esperaban el nombre que sacara
al partido de diez derrotas consecutivas.
Y el doctor Arnulfo Estigarribia no defraudó a los asistentes.
Con toda la fuerza de sus nonagenarios pulmones, gritó—.
¡Sildenafil! ¡Sildenafil! ¡Sildenafil!
—Doctor —gimió el secretario—.
Le dije que la asamblea era por las futuras elecciones, ¡elecciones!
no erecciones...