
La versión cuántica de la teoría de la gravedad de Einstein predice la existencia del gravitón, una partícula de masa cero y espín dos; de hecho, cualquier teoría que prediga una partícula con estas propiedades también predice en el límite clásico la gravedad de Einstein.
Sin embargo, la gravedad cuántica falla de forma catastrófica cuando se considera más de un gravitón, pues sus interacciones mutuas generan infinitos con los que nadie sabe lidiar.
¿Qué pasa cuando el número de gravitones tiende a infinito?
César Gómez (Instituto de Física Teórica UAM-CSIC) y Gia Dvali creen que este límite se puede estudiar por analogía con el cromodinámica cuántica (QCD) cuando el número de colores Nc tiende a infinito.
Si sus ideas son correctas, los agujeros negros serían estados condensados de Bose-Einstein con un número N muy grande de gravitones que interaccionan débilmente entre sí.
Una idea sugerente y exótica que permite explicar la radiación térmica de Hawking y la entropía de Bekenstein de los agujeros por un procedimiento puramente numerológico (contar gravitones). Las cuentas de Gómez y Dvali salen, pero falta algo profundo que las sustente. Aún así, la idea me ha hecho pensar. Recomiendo la lectura de Gia Dvali, Cesar Gomez, ”Black Hole’s Quantum N-Portrait,” arXiv:1112.3359, submitted on 14 Dec 2011, así como sus artículos más recientes “Black Hole’s 1/N Hair,” arXiv:1203.6575, y “Landau-Ginzburg Limit of Black Hole’s Quantum Portrait: Self Similarity and Critical Exponent,” arXiv:1203.3372.
Por cierto, una consecuencia cosmológica de estas ideas es que el universo en su conjunto podría ser el mayor agujero negro que existe, un condensado con 10120gravitones (Gia Dvali, “Black Holes’s Quantum Portrait,” Planck 2012 [slides]).