domingo, 24 de noviembre de 2013

Aquel límite...


En vista de que el chino del sùper aumentó los precios, el libro que estoy leyendo tiene un personaje que me entiendo que hace allí, la birome se entrecorta y eso me obliga a remarcar cada palabra porque si hay manía que no me falta es la de que las palabras no se entrecorten por la chiflada birome gastada
 y que la puta taza de café se me volcó sobre...

     En vista de que mis entrañas se retuercen por el café tibio, y más y más y más determino que sólo son cosa de la imaginación,
 de que no soy un autómata determinístico, simplemente
 soy no-autómata, no-previsible.

     En vista de que la fascinación es incompleta, las verdades separan las estructuras, en vista de que sigo puteando a la birome cuya tinta se entrecorta, y que el sonido de la pc es cada vez más misterioso.

     En vista de todo eso, puedo llegar a deducir que las cosas serían un poco menos difíciles si fuese piedra-papel-tijera al mismo tiempo, enajenando todo juego perverso, invadiéndome de mí hacia mí, llegando al polo negativo donde converge todo lo positivo.

     Podría deducir también que no hay refutación a dicha deducción, que la muerte lenta de la espuma del café no se asemeja a esta muerte lenta del mirar pasar el tiempo, buscando eso que perdimos, eso que no ganamos por haber sido autómatas finitos, y de sí haber sido afanosos, previsibles 
y mezcla de tv, luz artificial y carpetas.

      Podría deducir que me importa poco y realmente nada estas palabras entrecortadas, porque no las puedo no-mezclar; no son autómatas y no se arrepienten de no ser chino-entraña-birome-estructura-sonido.

 Son, sino, sólo eso: palabras…acercadas al límite entre lo que éste tipo quiere decir y de lo que éste tipo está completamente negado a expresar.