El que probablemente sea el cometa que más expectativas ha levantado en los últimos años pasó por el perihelio ayer 28 de noviembre a las 18:25 UTC.
Las imágenes captadas por los observatorios espaciales solares SOHO de la ESA y STEREO de la NASA mostraron en un principio que el cometa C/2012 S1 ISON se había desintegrado.
Análisis posteriores de las mismas sugieren que parte del núcleo -o algún fragmento importante del mismo- ha sobrevivido al encuentro con el astro rey. En cualquier caso, las probabilidades de que el ISON se convierta en un cometa espectacular en nuestros cielos son ahora nulas.
Esta secuencia de imágenes del coronógrafo del STEREO-A, situado en órbita solar, capta a la perfección la fragmentación del cometa:
El telescopio LASCO C2 del SOHO, localizado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra también captó la desintegración, como vemos en esta secuencia (la circunferencia blanca marca la posición del disco solar, oculto por el coronógrafo):
Previamente, el telescopio LASCO C3, con un campo de visión mayor, había observado cómo el ISON se aproximaba al Sol. Su brillo aumentaba a medida que reducía su distancia con el sol, incluyendo picos de actividad que seguramente señalaban episodios de fragmentación del núcleo:
Las imágenes del SOHO y STEREO permiten visualizar muy bien las dos colas de ISON, una de polvo generada por la presión de radiación de la luz solar y otra de gas (cola de iones) creada por el viento solar.
ISON es -o mejor dicho, era- un cometa que se suponía procedente de la Nube de Oort y que iba a pasar cerca del sol por primera vez. Su órbita era casi hiperbólica, lo que significa que su destino era sobrevolar el sol y volver a alejarse para nunca volver. Sin embargo, la actividad de su núcleo ha provocado que su órbita pasase a ser elíptica. Es decir, si ha sobrevivido, ISON volverá a cruzar por el Sistema Solar interior en un futuro muy lejano.
Los cometas ‘vírgenes’ que realizan su primer paso por las proximidades del sol suelen terminar como el ISON, es decir, fragmentados o directamente vaporizados -mejor dicho, sublimados-. Su núcleo -una bola de hielos, sustancias orgánicas y polvo- no siempre aguantan las altas temperaturas del paso por el perihelio.
En teoría, cualquier núcleo comentario menor de 400 metros debe fragmentarse si pasa tan cerca del sol (menos de un radio solar en este caso), pero se ha estimado que el núcleo del ISON debe medir entre uno y cuatro kilómetros. Por este motivo existía la posibilidad de que el cometa resistiese las fuerzas de marea y los 2800º C del encuentro con el sol.
De haber sobrevivido, podría haber alcanzado una magnitud de -4,5 y habría sido visible a simple vista en el cielo matutino (siempre que se bloquease el disco solar, obviamente). Desgraciadamente, otros factores como la forma y composición del núcleo o su velocidad de rotación también influyen en las posibilidades de supervivencia de un ‘rasante solar’ (sungrazer) como ISON.
Otra vez será. Miremos el lado positivo: al menos la ocasión ha servido para acercar la astronomía a mucha gente.