En la actualidad si miramos hacia el cielo veremos millones de estrellas y millones de galaxias, pero no siempre fue así.
Se estima que las primeras estrellas se encendieron a los 100 millones de años del Big Bang -actualmente el Universo está datado en unos 13.720 millones de años- y no se parecían mucho a las actuales.
En esa época del inicio del Universo, éste era mucho más compacto, caliente y denso.
Y la materia primordial que contenía era muy simple, Hidrógeno, Helio y algunas trazas de Litio.
Tampoco entonces había luz, era un lugar terriblemente oscuro y no era uniforme como lo es actualmente.
Se cree que debido a la explosión del Big Bang había fluctuaciones en la densidad de la energía que contenía el Universo según distintas regiones y esto propició la acumulación del Hidrógeno y el Helio en cúmulos.
La gravedad hizo el resto concentrando más y más toda esa energía
(la materia no es más que energía en otro estado) en enormes bolas de gas, las primeras protoestrellas.
Pasado ese primer estadio de protoestrella, las bolas de gas crecían desaforadamente acumulando más y más gases, hasta finalmente entrar en combustión y convertirse en las primeras estrellas
(y la primera luz visible del Universo).
Pero no eran estrellas como las actuales, eran súper masivas, de unas 100 masas solares y de vida efímera en términos astronómicos, ya que nacían y morían en un periodo de 1 millón de años.
¿Parece mucho?
Pues en realidad no lo es.
La totalidad de la vida de nuestra estrella se estima en 11.000 millones de años.
Fue en el interior de esos primeros hornos de combustión, donde se formaron los materiales más pesados que ahora conforman la materia y debido a su colosal tamaño, esas estrellas acabaron su vida en explosiones de Supernovas que formaron el resto de materiales, más pesados que el hierro.
Resto de una Supernova
De los restos de esas explosiones se formaron las estrellas de segunda generación e incluso de tercera generación que hoy vemos, más pesadas y compactas.
Y gracias a esos materiales pesados fueron posibles a su alrededor,
los planetas. El hierro de nuestra sangre, el oxígeno que respiramos,
el carbono que hace posible una cadena de ADN, provienen de ellas.
Toda la vida, todos los mundos, las Galaxias, las Nebulosas, los criaderos de estrellas actuales, han sido posibles gracias a la evolución cósmica de esas primeras bolas de gas.
Por eso decía Carl Sagan muy acertadamente,
que Somos Polvo de Estrellas.