A un científico lo más probable es que si se le preguntase jamás asociaría la palabra irracionalidad con ciencia. Sin embargo, podría parecer que a filósofos, antropólogos y sociólogos les encanta enfatizar, incluso combinar, la distinción entre lo racional y lo irracional cuando reflexionan sobre la ciencia.
Para entendernos, en la historia de la filosofía la distinción entre racionalistas e irracionalistas está relativamente clara.
Son racionalistas filósofos del estilo de Descartes, Spinoza y Leibniz e irracionalistas los Kierkegaard, Nietzsche y compañía.
En ciencia y su filosofía la línea divisoria no ha estado quieta, sobre todo al principio de la ciencia moderna (finales del XVI y buena parte del XVII) donde la bruma se extendía sobre las fronteras entre la astronomía y la astrología, química y alquimia.
Imre Lakatos hizo un llamamiento muy elocuente para que la historia y filosofía de la ciencia intentasen realizar “construcciones racionales” del pasado.
Como suele ocurrir en filosofía, hay distintas concepciones de lo que es racional, por lo que Lakatos optó por una aproximación cuantitativa al problema: pidió a los filósofos que usaran cánones de racionalidad tales que la mayor parte de la ciencia se considerase racional (esto sería la historia interna de la ciencia) y se dejasen los restos de irracionalidad como el campo de la historia externa.
Andando el siglo las acusaciones de irracionalidad aparecen contra Kuhn y su idea de los cambios de paradigma en las ciencias.
Episodios como este y similares refuerzan la posición de Bruno Latour y otros de intentar evitar completamente la división entre lo racional y lo irracional. Según este punto de vista una acusación de irracionalidad surgiría cuando lo que existe es una controversia, acusación que desaparece en cuanto lo hace la controversia.
A pesar de ello, ¿consideras que la ciencia racional o irracional?
Esta pregunta, como decíamos al comienzo, ya supone de por sí una dificultad para el científico por absurda. Por lo tanto, para que sea comprensible tendremos que reformularla en forma de algoritmo sencillo.
Para ello sólo hay que considerar las aportaciones de la historiografía feminista, relativista y las guerras de la ciencia y formular una pregunta adecuada. Ésta podría ser:
¿Crees que la ciencia posee un estatus epistemológico superior distinguible que la separa de otras prácticas y formas de conocimiento?
Si la respuesta es sí, entonces puedes razonablemente llamarte racionalista.
Si la respuesta es no, entonces lo más probable es que otros te llamen irracionalista.