
Hay abrazos sin comienzo y abrazos con final.
De los que abrigan y de los que se dan con la mirada.
Abrazos vacíos y abrazos del alma.
Aquellos que se dan con palabras desde lejos y otros que son falsos como cielos verdes y soles azules.
De los que se dan de la cintura para abajo y son calor mezclado
con humedad, tropicales; y los que son de la cintura para arriba,
cálidos y llenos de manos.
Abrazos que son besos, caricias y nueces.
Abrazos que desearon darse, pero que no llegaron a su destinatario.
Abrazos que mueren en los labios de quien dice te-quieros sin recibir dedos
de bienvenida. Abrazos que nacen y no mueren.
Los hay tímidos y llenos de esperanza.
Abrazos que sueñan ser noche estrellada y los que encierran
cuerpos en cofres de tesoro.
Los que llegan del norte, los que vuelan al sur, abrazos que son consuelo, que pueden ser fugaces llenos de deseos, abrazos de caramelo,
de hiel y con sabor a piel.
Los que te di y los que me das, los nuestros, los de cada mañana,
los que nos damos mientras dormimos, los que nos damos llenos de gemidos y suspiros, los que son esperanza.
Abrazos que abrazan y que abrasan.
Los que necesito compartir contigo.