
Este es el único ejemplar del catálogo que no tiene una categoría específica, ya que se puede originar tanto por el efecto combinado de varias categorías, como también por ninguna de ellas, digamos pues, que puede ocurrir en cualquier momento.
En este caso les hablaremos de formaciones planetarias, y no estelares.
Es bien sabido que para que una estrella nazca, previamente una gran masa proto-nebulosa debe unificarse y contraerse en un punto concreto donde se dará nacimiento a reacciones nucleares, esta zona, será el futuro núcleo de la estrella y de todo el sistema solar.
¿Pero qué ocurre con el resto de cuerpos de esa nebulosa que no son atraídos hacia el punto central?
Con el paso de miles de años, pequeños objetos con distintas composiciones, van formando capas de espesor y distancia diferentes respecto al baricentro de masas.
Estos nuevos objetos independientes a la estrella o estrellas centrales, en función de su tamaño los catalogamos como asteroides, satélites/planetoides o planetas. También hay restos de polvo helado que se pueden acumular en anillos de planetas, cometas, o en cinturones que limitan la potencia gravitacional de los objetos que los envuelven, como es el caso del cinturón de Kuiper, que viene delimitado solo por la fuerza de la heliosfera y de los pequeños planetas más alejados de nosotros.
En esta ocasión, trataremos un fenómeno en el que se relacionan muchos factores, desde las fases iniciales de un sistema solar, pasando por la estructura y estabilidad de las órbitas de los cuerpos que componen dicho sistema, hasta pasar finalmente por la creación de nuevos objetos como resultado del choque entre ellos.
Se trata de un exoplaneta llamado Beta-Pictoris B, que se encuentra orbitando a la recién explotada estrella de categoría espectral A5V, Beta Pictoris, en la constelación del Pintor a unos 60 millones de años luz de aquí. Este peculiar y joven planeta de 0,8 masas solares, descubierto en 2009, presenta alrededor suyo un cometa o asteroide gigante, que sin saber si ha llegado a impactar o no contra el planeta, por lo menos rota en torno a él a una distancia muy cercana como si fuese un nuevo satélite en formación.
En 1984, se descubrió que la estrella está envuelta de un disco protoplanetario formado principalmente de gas, polvo, y en menor medida, “escombros” o pequeños bloques de hielo que forman cometas transeúntes que se desplazan en función del equilibrio de gravedades entre las regiones implicadas.
De algún modo y en algún momento de tiempo desconocido, alguno de estos bloques de hielo debió pasar muy cerca de este planeta, de solo 20 millones de años de edad, resultando atraído por su fuerza gravitatoria y formando el nuevo sistema que podemos observar hoy en día con cámaras especializadas.
La imagen que les mostramos, es la imagen real captada por el telescopio ALMA (Chile) sobre el planeta Beta-Pictoris B.
Un posible resumen de lo que vemos en imagen, es que durante la formación planetaria, la más caótica de todas, es precisamente donde el intercambio de materiales entre los distintos cuerpos hacen la mezcla que después consideramos estable.
Si los planetas no tuviesen su debida proporción de metales pesados, no tendrían la suficiente fuerza como desenvolver un campo magnético lo suficientemente fuerte como para sostener satélites o una simple atmósfera. Las nebulosas resultantes de la explosión estelar en Beta Pictoris, debían estar cargadas de materiales radioactivos y altamente pesados en la tabla periódica, por no añadir, que el gran disco que se ha formado en torno a ella, está compuesto principalmente de monóxido de carbono, vital para elaboración de compuestos orgánicos y moléculas simples.
En algún momento muy temprano de nuestro sistema solar, Júpiter llegó a estar tan cerca del Sol que daba 1 vuelta a él mientras Saturno tardaba 2, esta gran diferencia gravitatoria impulsó a miles de asteroides y cometas hacia el interior de nuestro sistema Solar, poblándolo de agua, amoníaco, sales minerales de todo tipo y compuestos orgánicos simples.
Todos sabemos que la Tierra sacó provecho de esta situación, aunque por el camino, llovieron piedras mientras que una enorme se instaló como nuestra vecina, la Luna, que tan elemental es hoy para las mareas y los ciclos biológicos relacionados con el agua.
Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá con el planeta Beta-Pictoris B, ni con su recién descubierto compañero, al que habrá que bautizar de alguna manera si se sostiene con los años, (también podrían estar en este estado de bamboleo unos cuantos años más hasta que se alejen) lo que sí está claro es que mientras les escribimos, el polvo que desprende este cometa está aposentándose sobre este planeta.
Si las condiciones gravitacionales y de distancia entre ellos lo permitiesen, podríamos estar observando un fenómeno calcado a lo que se cree que ha pasado con Saturno y el resto de planetas con anillos.
Todavía no es seguro que este planeta sea sólido o gaseoso, lo que si tenemos claro, es que se estamos observando un proceso allí, que ya ha ocurrido aquí, de ahí lo interesante de poder observarlo, el único inconveniente son los largos períodos de tiempo.
(Para hacerse una idea de las escalas y dimensiones de las cuales hablamos, si la Tierra es una persona de 45 años, el planeta B-Pic b es un bebé de 10 semanas) .
En este caso les hablaremos de formaciones planetarias, y no estelares.
Es bien sabido que para que una estrella nazca, previamente una gran masa proto-nebulosa debe unificarse y contraerse en un punto concreto donde se dará nacimiento a reacciones nucleares, esta zona, será el futuro núcleo de la estrella y de todo el sistema solar.
¿Pero qué ocurre con el resto de cuerpos de esa nebulosa que no son atraídos hacia el punto central?
Con el paso de miles de años, pequeños objetos con distintas composiciones, van formando capas de espesor y distancia diferentes respecto al baricentro de masas.
Estos nuevos objetos independientes a la estrella o estrellas centrales, en función de su tamaño los catalogamos como asteroides, satélites/planetoides o planetas. También hay restos de polvo helado que se pueden acumular en anillos de planetas, cometas, o en cinturones que limitan la potencia gravitacional de los objetos que los envuelven, como es el caso del cinturón de Kuiper, que viene delimitado solo por la fuerza de la heliosfera y de los pequeños planetas más alejados de nosotros.
En esta ocasión, trataremos un fenómeno en el que se relacionan muchos factores, desde las fases iniciales de un sistema solar, pasando por la estructura y estabilidad de las órbitas de los cuerpos que componen dicho sistema, hasta pasar finalmente por la creación de nuevos objetos como resultado del choque entre ellos.
Se trata de un exoplaneta llamado Beta-Pictoris B, que se encuentra orbitando a la recién explotada estrella de categoría espectral A5V, Beta Pictoris, en la constelación del Pintor a unos 60 millones de años luz de aquí. Este peculiar y joven planeta de 0,8 masas solares, descubierto en 2009, presenta alrededor suyo un cometa o asteroide gigante, que sin saber si ha llegado a impactar o no contra el planeta, por lo menos rota en torno a él a una distancia muy cercana como si fuese un nuevo satélite en formación.
En 1984, se descubrió que la estrella está envuelta de un disco protoplanetario formado principalmente de gas, polvo, y en menor medida, “escombros” o pequeños bloques de hielo que forman cometas transeúntes que se desplazan en función del equilibrio de gravedades entre las regiones implicadas.
De algún modo y en algún momento de tiempo desconocido, alguno de estos bloques de hielo debió pasar muy cerca de este planeta, de solo 20 millones de años de edad, resultando atraído por su fuerza gravitatoria y formando el nuevo sistema que podemos observar hoy en día con cámaras especializadas.
La imagen que les mostramos, es la imagen real captada por el telescopio ALMA (Chile) sobre el planeta Beta-Pictoris B.
Un posible resumen de lo que vemos en imagen, es que durante la formación planetaria, la más caótica de todas, es precisamente donde el intercambio de materiales entre los distintos cuerpos hacen la mezcla que después consideramos estable.
Si los planetas no tuviesen su debida proporción de metales pesados, no tendrían la suficiente fuerza como desenvolver un campo magnético lo suficientemente fuerte como para sostener satélites o una simple atmósfera. Las nebulosas resultantes de la explosión estelar en Beta Pictoris, debían estar cargadas de materiales radioactivos y altamente pesados en la tabla periódica, por no añadir, que el gran disco que se ha formado en torno a ella, está compuesto principalmente de monóxido de carbono, vital para elaboración de compuestos orgánicos y moléculas simples.
En algún momento muy temprano de nuestro sistema solar, Júpiter llegó a estar tan cerca del Sol que daba 1 vuelta a él mientras Saturno tardaba 2, esta gran diferencia gravitatoria impulsó a miles de asteroides y cometas hacia el interior de nuestro sistema Solar, poblándolo de agua, amoníaco, sales minerales de todo tipo y compuestos orgánicos simples.
Todos sabemos que la Tierra sacó provecho de esta situación, aunque por el camino, llovieron piedras mientras que una enorme se instaló como nuestra vecina, la Luna, que tan elemental es hoy para las mareas y los ciclos biológicos relacionados con el agua.
Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá con el planeta Beta-Pictoris B, ni con su recién descubierto compañero, al que habrá que bautizar de alguna manera si se sostiene con los años, (también podrían estar en este estado de bamboleo unos cuantos años más hasta que se alejen) lo que sí está claro es que mientras les escribimos, el polvo que desprende este cometa está aposentándose sobre este planeta.
Si las condiciones gravitacionales y de distancia entre ellos lo permitiesen, podríamos estar observando un fenómeno calcado a lo que se cree que ha pasado con Saturno y el resto de planetas con anillos.
Todavía no es seguro que este planeta sea sólido o gaseoso, lo que si tenemos claro, es que se estamos observando un proceso allí, que ya ha ocurrido aquí, de ahí lo interesante de poder observarlo, el único inconveniente son los largos períodos de tiempo.
(Para hacerse una idea de las escalas y dimensiones de las cuales hablamos, si la Tierra es una persona de 45 años, el planeta B-Pic b es un bebé de 10 semanas) .