viernes, 20 de junio de 2014

Titiriteros...


Es feriado. Es un día peronista.
 Me refiero a que está soleado y agradable.

Me acabo de tomar unos mates y sería prudente que me bañe,
 porque dentro de un rato tengo que estar en la Laguna Fantasma.

Mientras me preparo una galletita con queso crema y dulce de sauco, recuerdo que durante el sueño tuve una visión que ahora me parece imprescindible compartir.

Lo que tengo es la estructura para una obra de teatro, una obra que bien podría promocionarse como teatro de títeres.

El texto original de la pieza tendrá que ser escrito o, 
si se encontraran los actores adecuados,
 podría ser improvisado cada noche.

El asunto es así: se abre el telón y vemos a dos actores parados y uno sentado. 
Puede haber escenografía o no, eso depende de la producción y no es esencial para el desarrollo de la pieza.
 Lo que sí es importante es que haya un baúl en donde quepan (entren) tres personas. 
Si esto fuera muy difícil y las ganas de ponerla en escena grandes, habría que encontrar una solución a este problema.

Los actores que están parados comienzan a interactuar.
 Es una charla que puede pasar por cualquier tema:
 música, cine, meteorología, zen, indumentaria, política, colonización cultural, fútbol, etc.

De más está decir que si la charla fuera cautivante, mejor.

El actor que está sentado mira y escucha. 
Puede estar sentado en posición de zazen o en una silla. 
Si la obra durara una hora, por ejemplo, aproximadamente 
a los cuarenta minutos podría hacer un comentario intrascendente, como ayudando a los que hablan. 

Por ejemplo, si hablaran en ese momento de La Mujer Biónica y no se acordaran cómo se llamaba la actriz, el que está sentado puede decir: Lindsay Wagner.
 Y los actores dicen "sí, Lindsay Wagner" y siguen como si nada


Nota: a lo largo de la historia los ventrílocuos han generado asombro y miedo porque en el fondo uno no sabe quién mueve los hilos de quién. 

O si existe alguien que los mueva o si se mueven solos.
 O para qué es todo este jaleo...

El final de la obra sería así: en un momento, el que está sentado dice: "bueno... es hora de ir terminando" y los otros actores van hacia el baúl y se meten adentro. 
Si tienen buen dominio corporal, saludan y se derrumban como un títere cuando ya no tiene quién lo anime. 
El actor que estaba sentado va hacia la platea, saluda y se dirige hacia el baúl, en donde también se mete y derrumba.

Baja el telón. El público comprende que lo que acaban de observar fue una creación colectiva de sus mentes mancomunadas. 
O no, vaya a saber uno qué comprende el público... 
Yo creo que cada uno comprende lo que quiere o lo que puede...

Si la obra tuviera alguna escena de sexo lésbico, podría ser un éxito. Me parece. Seguro no estoy.

Si yo estuviera seguro de cómo hacer un éxito, ya lo hubiera hecho y estaría en el Caribe tomando sol y jugos de frutas exóticas