lunes, 15 de septiembre de 2014

¿QUÉ PASA CUANDO DOS AGUJEROS NEGROS CHOCAN?


Fotografía de una parte del núcleo de nuestra galaxia, abarrotado de estrellas. En el centro de las galaxias residen los agujeros negros más grandes (hablaré de ello más adelante, pero necesitaba una imagen para encabezar el artículo). Crédito: Silas Laylock.
Los agujeros negros dan miedo. Por suerte no hay ninguno cercano en nuestro vecindario estelar, pero el mero hecho de imaginar un cuerpo completamente oscuro que no deja escapar nada de lo que cae en él.
Ante nada, voy a aclarar una cosa sobre los agujeros negros: al contrario de lo que sugieren en las películas, no son aspiradoras cósmicas malvadas.

Con esto quiero decir que su campo gravitatorio es el mismo que cualquier objeto que tenga la misma masa.

Si sustituyéramos el sol por un agujero negro con una masa idéntica, por ejemplo, seguiríamos dando vueltas a su alrededor como si no hubiera pasado nada (aunque lo tendríamos bastante jodido sin la luz solar, como explicaba en esta otra entrada).

Los agujeros negros sólo son peligrosos si te acercas mucho a ellos. Me explico.
La fuerza gravitatoria aumenta con el cuadrado de la distancia.
 Esto significa que si te colocas el doble de cerca de un cuerpo celeste notarás cuatro veces más atracción gravitatoria, no el doble.
 ¿Y qué es exactamente la fuerza gravitatoria?
 Es el ratio con el que un cuerpo celeste tiende a acelerar las cosas hacia sí. 
Es decir, cuántos metros por segundo que te acelera cada segundo.
Los dos conceptos, en una imagen (los valores numéricos están inventados):
 Cuando la masa de una estrella moribunda se colapsa bajo su propia fuerza gravitatoria, quedando comprimida en una esfera de una fracción de su tamaño original.
 Por ejemplo, si el sol se convirtiera en un agujero negro, su diámetro actual de 1.400.000 kilómetros quedaría reducido a unos 5,9 kilómetros.
Entonces, la diferencia entre una estrella y un agujero negro con su misma masa es la distancia que te puedes acercar al “foco” de la gravedad:  la superficie de una estrella te impide acceder a las zonas donde la gravedad es mayor (que se encuentran en su interior), pero eso no ocurre con un agujero negro.
Aclarado esto, es más fácil explicar qué ocurre cuando dos agujeros negros se encuentran.
Cuando dos agujeros negros se encuentran, empiezan a orbitar alrededor del centro de masas del sistema, acercándose cada vez más entre sí y, por tanto, girando cada vez más rápido (porque la fuerza gravitatoria crece exponencialmente a medida que se reduce la distancia) hasta que colisionan, liberando una inmensa cantidad de energía
Curiosamente, la masa del agujero negro resultante es algo menor que la suma de las dos masas, ya que este proceso libera una gran cantidad de energía y, como sabemos, existe una equivalencia entre la energía y la masa, expresada por la famosa fórmula de Einstein.
Este es el tipo de colisión que cabe esperar cuando entran en contacto dos agujeros negros normales.
¡¿Cómo que agujeros negros normales?! 
¡¿Hay una clase especial de estos monstruos?!
Sí. Se llaman agujeros negros supermasivos.
Como su nombre indica, tienen una masa muchísimo mayor que los agujeros negros corrientes. Mientras el mayor agujero negro formado tras el colapso de una estrella que hemos encontrado tiene una masa equivalente a unas 33 veces la del solun agujero negro supermasivo puede alcanzar una masa miles de millones superior a la del sol.
Por poner un ejemplo, el agujero negro que se encuentra en el centro de la galaxia NGC  1277 es el más grande conocido, con una masa de 17 mil millones de soles. 
En la siguiente imagen, su tamaño aparece comparado con nuestro sistema solar entero, donde el círculo azul corresponde a la órbita de Neptuno.

Por suerte, estas barbaridades no vagan por el espacio tragándose todo lo que encuentran. 
Los agujeros negros supermasivos se encuentran confinados en el centro de las galaxias y son, en parte, el foco de gravedad que mantiene las estrellas de la galaxia en su sitio.
Al contrario que los agujeros negros convencionales, los supermasivos no se forman directamente con la explosión de una estrella de un tamaño inconcebible.
 Aún no se conocen del todo los mecanismos de su formación, pero tenemos pistas que nos dan una idea.
Sabemos que las primeras estrellas que aparecieron en el universo eran muchísimo más grandes que las actuales , así que quemaban su combustible muy rápido y terminaban sus vidas formando agujeros negros inmensos.
Estos agujeros negros crecerían a medida que absorbían gas y polvo interestelares o incluso otras estrellas del abarrotado centro galáctico hasta que eventualmente su gran masa los colocaría en el centro de las galaxias que empezaban a tomar forma.
 Mientras las primeras galaxias colisionaban entre sí y crecían más grandes, los agujeros negros que contenían sus núcleos se fusionaban, creando creando barbaridades aún mayores.

La colisión entre dos galaxias que eventualmente terminará en la fusión de sus agujeros negros centrales.
Pero, según las simulaciones informáticas, el choque entre agujeros negros súper-masivos no tiene por qué resultar en la fusión de los dos cuerpos originales.
Los agujeros negros rotan sobre su propio eje, igual que lo hace la Tierra, aunque éstos lo hacen bastante más rápido. Mientras un punto en la superficie de nuestro planeta da vueltas a unos 1.333 kilómetros por hora, un agujero negro súper-masivo lo hace a casi la mitad de la velocidad de la luz, que son unos 150.000 kilómetros por segundo.
A estas velocidades, un agujero negro súper-masivo puede salir despedido hacia el espacio a una vez al entrar contacto con otro, igual que ocurre algunas veces cuando dos peonzas chocan.
 Por suerte o por desgracia, este fenómeno aún no ha sido observado y tan sólo las simulaciones informáticas sugieren su existencia.