martes, 28 de octubre de 2014

Apenas penas...



Con hilvanes de cielo,
tu cama de cristal y de trinchera
parece el escenario de una hoguera
donde escuece el desvelo.
A fuerza de quererte te cincelo
con modales de savia limonera,
ejercicio paciente de la espera,
vigilia del consuelo.
Con febril desvarío
te rondo en el oleaje del rocío,
al íntimo gobierno de la llama,
y altivo de tormento y de ternura
me vuelco en el ojal de tu cintura,
lo mismo que un licor que se derrama.


Del libro De diluvios y andenes.