jueves, 26 de febrero de 2015

Área reservada... Calendario de instantes.


Vienen hasta aquí desde barrios separados, desde edades distantes, ocupan su lugar en torno y se juran equilibrio. 
Son acólitos anónimos de la cofradía del silencio que vienen a callarse sus pequeñas adicciones como esta de ausentarse a esta hora de nadie en medio de la tarde, mientras llega esa otra hora tan parecida y tan distinta de subirse al autobús, de volver a clase o de buscar otro banco en otra plaza. 
Son aristas de un diamante en el que han cristalizado los azares forzados, las cobardes rebeldías de todos los siglos necesarios para poder estar juntos, frente a frente, sin que haya afrenta ni amenaza, sin tener que ladrar para espantar el miedo, sin ni siquiera tener que llevar un perro que ladre por ti, que porte tu animalidad, qué triunfo de la urbanidad. 

Pero la soledad no existe ni el instante, todo es un truco porque al fin y al cabo en algo tenemos que creer para ser alguien.