sábado, 21 de febrero de 2015

¿PODRÍA HABER APARECIDO VIDA EN LA TIERRA SIN LA LUNA?

Obviamente, los seres vivos no dependen de la Luna de la misma manera que lo hacen del sol: su superficie refleja un 12% de la luz solar que incide sobre ella y ni siquiera una parte considerable de esta cantidad llega hasta nosotros, lo que no es suficiente como para producir los procesos fotosintéticos que dan a las plantas su energía. 
Eso por no decir que la Luna ni siquiera nos proporciona calor.
Aunque es verdad que algunos animales dependen de las mareas provocadas por nuestro satélite (como los mejillones y otros moluscos) lo cierto es que, si de repente la Luna desapareciera (suponiendo que no ocurrieran catástrofes como las que más abajo explicamos), la inmensa mayoría de los organismos que habitan la Tierra seguirían con su vida tranquilamente. 
Tal vez un poco desorientados durante un tiempo, pero terminarían adaptándose.
Foto de la Tierra y la Luna tomada por la sonda Voyager 1
 a 1.66 millones
de kilómetros de distancia. Crédito: NASA.
Así que podría decirse que ningún organismo depende exclusivamente de la Luna para sobrevivir al contrario del caso de las plantas, por ejemplo, que necesitan la luz solar 
para obtener el carbono que las compone. 

Pero, ¿Y si planteamos la pregunta en una escala de tiempo
 más larga? 
¿Podría haber aparecido vida sobre la Tierra si no existiera la Luna?

Nuestro satélite no es sólo un adorno cósmico que está en el cielo para alegrar las noches a las parejas románticas y fastidiársela a los astrónomos. 
Si la Luna desapareciera súbitamente, nuestro planeta se sumiría en el caos
Remontémonos al pasado para explicarlo por partes.
Cuando las misiones tripuladas a la Luna a finales de la década de los 60 y principios de los 70 trajeron rocas de vuelta a la Tierra y éstas fueron analizadas, se encontró que su composición era idéntica a la de la corteza terrestre.
 Basándose en este hecho, se elaboró la siguiente teoría (la más aceptada en la actualidad) sobre la formación de la Luna.
Hace 4.500 millones de años, la Tierra era algo más pequeña de lo que es ahora… 
El ángulo de impacto fue suficientemente cerrado como para pasar rozando el planeta (rozando en términos astronómicos, que significa llevarse gran parte del planeta por delante en vez de impactar directamente y destrozarlo por completo), mandando al espacio una inmensa cantidad de material antes de que el objeto causante fuera atrapado y absorbido por la Tierra, confiriéndole su tamaño definitivo. Gran parte de esos escombros planetarios quedaron atrapados en órbita alrededor de la Tierra, formando un anillo compuesto por pedazos de roca que chocaban entre sí, uniéndose en cúmulos cada vez más grandes y atrayendo más material debido a su mayor fuerza gravitatoria, hasta formar un sólo objeto compacto que ahora es nuestro satélite.
En resumidas cuentas.
Al principio, la Luna estaba mucho más cerca de lo que lo está ahora y desde entonces se ha alejado a un ritmo medio de unos 3.8 centímetros cada año
En el momento en que la Luna se formó, estaba a entre 
19.000 y 30.000 kilómetros de distancia de la Tierra, por lo que en el cielo se veía más o menos así:
Aunque sin árboles ni vegetación, ya que en aquella época el planeta era una bola de lava. 
A esta distancia, 10 veces más cerca de lo que está ahora, la influencia gravitatoria de la Luna era 1000 veces mayor que la actual y permitía la formación mareas de 1 kilómetro de altura en los océanos primigenios que arrasaban las plataformas continentales.
La atracción gravitacional era tan potente que incluso la roca se veía afectada de manera perceptible.
 Esta energía se disipó rápidamente, siendo transferida a la Tierra en forma de calor en su interior y moviendo a la Luna a una órbita más lejana, hasta que la superficie de nuestro planeta se estabilizó
.La tremenda colisión que formó la Luna, además, había enviado al espacio el 70% de la corteza terrestre, que por aquel entonces tenía un grosor más o menos constante alrededor de todo el planeta. 
Esto permitió que aparecieran zonas de grosor variable donde las secciones más delgadas y débiles de la corteza podían romperse debido a la presión ejercida desde el interior de la Tierra por el material fundido que empuja la corteza de manera constante, separando la superficie en varias placas que se mueven lentamente.
Siguiendo con el tema, la Tierra pudo ser habitable poco después de la colisión de la que nació la Luna, pero unos 
500 millones de años después se produjo un periodo de bombardeo de asteroides constante e intenso que se alargó durante 100 millones de años
Aún hoy en día podemos ver que la Luna las pasó fea durante esta temporada porque su superficie está sembrada de cráteres de todos los tamaños.
Aunque podría parecer que la Luna se llevó la peor parte durante esta temporada, la verdad es que tan sólo conserva sus cicatrices porque no hay un agente erosivo en su superficie que las tape.
 En realidad, la Tierra recibió muchísimos más impactos, ya que con una masa y una superficie mucho mayores, atraía más objetos y los aceleraba a mayores velocidades. 
Si en los 500 millones de años anteriores a este periodo apareció vida en nuestro planeta, lo más probable es que fuera exterminada por los cataclismos globales provocados por las incesantes colisiones.

El bombardeo constante ha dejado la cara oculta de la Luna como la cara de un adolescente de 4.500 millones de años. Crédito: NASA.


No tenemos manera de saber si existió vida en la Tierra antes de este bombardeo. Nuestra única esperanza para descubrirlo es que algunos asteroides hubieran levantado grandes cantidades de material al impactar contra la Tierra y mandado algunas rocas al espacio que, eventualmente, podrían haber impactado contra la Luna. 
Si pudiéramos recuperar alguno de esos pedazos alojados en nuestro satélite, el análisis de las rocas podría mostrarnos si hay indicios de vida durante este periodo.
Las primeras formas de vida después de este bombardeo constante aparecieron hace 3.900 millones de años en forma de microorganismos quimiótrofos (que descomponen moléculas inorgánicas sin la ayuda de la luz solar para obtener su energía), que sacaban su alimento de los compuestos de azufre y hierro emitidos por chimeneas volcánicas en el fondo del océano.
Una chimenea volcánica cubierta de gusanos marinos fijados en la roca. 
A partir de la aparición de estas bacterias evolucionó el resto de la vida que conocemos hoy en día, así que podemos quedarnos en este punto de la historia para determinar si la Luna ayudó a que la vida emergiera en nuestro planeta o sólo ayudó a mantenerla
Vamos a separar lo que hemos visto en varios apartados:
¿Existiría la vida si un objeto no hubiera impactado contra la Tierra primigenia, mandando parte de su superficie al espacio y formando la Luna?
No podemos afirmar que la antigua Tierra no hubiera albergado vida sin este impacto, pero sí que tenemos indicios para pensar que sin aquella colisión descomunal no hubieran aparecido placas tectónicas y, si había un océano en este planeta, las mareas hubieran sido muy bajas (sólo influidas por el sol). 
Entonces, preguntémonos lo siguiente:
¿Existiría vida en la Tierra sin el movimiento de la placas tectónicas? 
La tectónica de placas crea zonas calientes ricas en una gran variedad de compuestos químicos en las profundidades marinas, donde la corteza se resquebraja y a través de ella emerge material del interior del planeta. 
Incluso hoy en día encontramos bacterias que se alimentan exclusivamente del material expulsado desde el interior de la Tierra, en el fondo de las fosas oceánicas.
Suponiendo que las primeras bacterias que aparecieron fueron quimiótrofos y que vivieron alrededor de zonas volcánicas submarinas, la cantidad de lugares donde estas bacterias podrían haber surgido sería mucho menor o incluso nula si las placas tectónicas no existieran y, por tanto, las formas de vida más básicas que dieron lugar al resto de los seres vivos nunca hubieran aparecido.
Pero tal vez nos estamos equivocando y los primeros organismos en poblar la Tierra no fueron quimiótrofos. 
Si ese fuera el caso, de todas maneras estamos muy seguros de que las primeras formas de vida aparecieron en el océano.
 La Luna tiene un efecto claro sobre el mar, así que, en ese caso:
¿Existiría vida en la Tierra sin el efecto que la Luna tiene sobre las mareas?
Las mareas extremas provocadas por la Luna tras su formación arrastraban hacia el mar enormes cantidades de minerales de las tierras emergidas, así que podrían haber dotado a los océanos de los elementos que propiciaron la aparición de los primeros compuestos químicos complejos necesarios para la vida.
Basándonos sólo en estas dos premisas, podríamos afirmar con bastante seguridad que, sin la Luna, la vida podría no haber llegado nunca a existir y, de haberlo hecho, tal vez sería muy diferente a la que conocemos hoy en día
Pero, aunque la Luna no hubiera tenido efecto alguno sobre el origen de la vida, sí que ha influido mucho en su conservación y desarrollo.
Tomemos por ejemplo el cráter Copérnico, el más grande de la superficie lunar. Mide 93 kilómetros de diámetro y se formó hace unos 800 millones de años debido al impacto de un asteroide de unos 7 kilómetros. 
Por aquel entonces, los primeros organismos multicelulares estaban apareciendo en la Tierra.
El susodicho cráter.
Si el asteroide que generó el cráter Copérnico hubiera impactado contra nuestro planeta en vez de contra la Luna, el material levantado podría haber afectado al clima, que podría haber desencadenado una extinción masiva. 
Las pocas cosas vivas que había sobre la superficie terrestre hubieran desaparecido sin evolucionar en cosas más molonas como los pterodáctilos o los seres humanos.
Además, el movimiento de la Luna alrededor de nuestro planeta ayuda éste a mantener una inclinación constante, que es la responsable de que nuestros años estén divididos en cuatro estaciones con climas regulares. 
Sin la Luna, la Tierra rotaría dando tumbos sobre sí misma de manera bastante caótica
A veces el eje de rotación del planeta estaría paralelo al sol y otras alguno de los polos apuntaría directamente hacia la estrella, creando un clima muy caótico en el que la vida en la superficie (si es que la hubiera) sería muy diferente a la que conocemos ahora.
Conclusión
Sorprendentemente, tal vez no existiría la vida en la Tierra sin el efecto de ese pedazo de superficie terrestre que orbita a nuestro alrededor a casi 400.000 kilómetros de distancia.