viernes, 20 de marzo de 2015

Curanderos Cuánticos... Los charlatanes de siempre.

Los curanderos emplean la mecánica cuántica para hacerse pasar por ilustrados 


Hace aproximadamente 100 años, la radioactividad era algo Nuevo y fantástico, y como pasa con todos los descubrimientos novedosos, los charlatanes estuvieron allí. Durante los 50 años siguientes, hasta que la FDA lo prohibió, los tónicos radioactivos se hicieron populares; los musculados pregonaban y ensalzaban los efectos energizantes de estas pociones (mientras que en realidad se iban matando poquito a poco con radiación venenosa).


 Después de Hiroshima, los verdaderos efectos de la radiación se hicieron demasiado familiares para el público. De modo que la radiación fue arrinconada y los vendedores ambulantes buscaron otros misterios científicos que usar en sus brebajes. 

Hoy en día, el campeón sin competencia de la infra-ciencia es la mecánica cuántica, la rama de la física que estudia la energía y la materia a niveles atómicos y subatómicos y reconoce que estos existen fundamentalmente en paquetes discretos, o cuantos.

 Algunos gurús como Deepak Chopra, autor de Sanación Cuántica, usan la palabra “quantum” para dar a su filosofía una apariencia científica. Fritjof Capra, en su libro El Tao de la Física, compara la teoría cuántica con las filosofías orientales y con la idea de que todas las cosas están interconectadas místicamente. Cuando se intenta convencer a los investigadores en astrología, mediums y percepción extrasensorial acerca de la aparente imposibilidad de sus afirmaciones, la forma más sofisticada que tendrán de defenderse será, casi con toda certeza, la de farfullar algo relacionado con la mecánica cuántica. 


Sin lugar a duda, el más descarado abuso de la teoría cuántica para dar soporte al disparate es la película What the Bleep Do We Know! , producida por los seguidores de JZ Knight, la mujer californiana que ha timado a millones de personas “canalizando” al supuesto espíritu de 35.000 años de un Neandertal llamado Ramtha. En esta película Amanda, que es interpretado por Marlee Matlin, “se encuentra a si misma en una fantástica experiencia similar a Alicia en el País de las Maravillas” donde revela el incierto mundo del campo cuántico que hay escondido bajo lo que nosotros consideramos nuestra realidad normal y consciente. 

No hay duda de que la mecánica cuántica es extremadamente rara; incluso es bien conocido los problemas que Einstein tuvo antes de aceptar sus implicaciones, pero después de casi un siglo de experimentación, no existe evidencia alguna de que la teoría cuántica pueda ser empleada para justificar violaciones aparentes en el resto de los libros de texto sobre física. 

Un error de concepto común en el que se incurre es el de que la teoría cuántica demuestra que el observador, en cierto sentido, crea o al menos determina la realidad. Esto se basa en las observaciones que sostienen que las partículas fundamentales, como los electrones y fotones, existen como probabilidad de onda hasta que un experimentador intenta medir su posibilidad, momento en el cual la probabilidad de onda colapsa en una partícula discreta (y de ahí la llamada dualidad onda/partícula de la materia). 

Sin embargo, no es la mente del observador la que causa ese colapso, tal y como algunos espiritualistas han querido hacer creer. Simplemente sucede que no se puede medir nada relacionado con una partícula a no ser que se interactúe con ella de algún modo. 

El estado de onda cuántica de la materia es muy frágil, y colapsa en cuanto interactúa con su entorno, algo que sucede por ejemplo cuando un fotón interactúa con la película que se emplea para registrar su posición. El observador es secundario. 

Otro error común es la noción de no-localidad, o entrelazamiento cuántico

Algunos experimentos han demostrado una fantasmagórica cualidad de las partículas cuánticas: las así llamadas partículas entrelazadas pueden afectarse la una a la otra instantáneamente a cualquier distancia, incluso aunque se encuentren separadas a años luz. 

Crea dos partículas entrelazadas con spins opuestos, cambia el spin de una de ellas y el de la otra también cambiará, no importa lo lejos que estén. 

Sin embargo, hasta el momento parece imposible emplear esta extraña propiedad para transferir información violando de este modo la limitación de la velocidad de la luz. Además, este entrelazamiento se rompe rápidamente en cuanto una de las dos partículas interactúa con otras (un efecto llamado decoherencia). 

(Si tienes problemas para seguir este texto, entonces ya tienes alguna idea de por que resulta tan fácil explotar la teoría cuántica para engatusar y confundir). 

De modo que los efectos cuánticos parecen ser muy frágiles y solo están presentes bajo condiciones experimentales construidas muy cuidadosamente. 

No están presentes en el mundo macroscópico, el mundo de los objetos físicos y las criaturas vivientes.

 No pueden emplearse para explicar la percepción extrasensorial o el modo en que los mundos distantes afectan a la personalidad de alguien, pero logran que los mercaderes de disparates parezcan un poquito más inteligentes, al menos hasta que cambien a la siguiente teoría científica difícil de entender.