domingo, 1 de marzo de 2015

La leyenda de la hoja sagrada (Coca) – Leyenda Aymará

Cuenta la leyenda que los abuelos y abuelas estaban reunidos en un lejano pueblo, en el Manqhapacha (mundo interior), para decidir qué podrían darles a sus hijos para ayudarlos, fortalecerlos, y que les permita comunicarse con los ancestros.

Entonces deciden enviar a una abuela de gran sabiduría llamada Inalmama, la abuela convertida en semilla debía ser llevada al Akapacha (dimensión de los seres humanos), para eso eligen a varios jóvenes, quienes en forma de tigres, jaguares, llamas, pumas, cóndores y serpientes emprenden el viaje.

Para iniciar su labor, los sembradores jóvenes debían esperar la señal del padre Sol, y un día llegó la señal, los rayos solares alumbraron con mayor fuerza la cima de una montaña, denominada en aymara Coripata (montaña de oro), allí se realizó la ceremonia de inicio para la primera siembra de la hoja sagrada.

Cuando brotó esta planta sagrada, el padre Sol les habló a los del lugar y les dijo:

“Ésta es la hoja sagrada que les dará la fuerza y la inspiración de los ancestros, en estas hojas está depositada la energía de la Pachamama, el ímpetu de Pachakama (padre cosmos), la sabiduría del Wayra Tata (abuelo viento), el fuego sagrado de Ninatata, la fluidez de la Kotamama (madre agua) y la fuerza de inicio del tata Illapa (abuelo rayo); esta hoja es medicina y alimento y les señalará el camino y les abrirá todas las sendas posibles e imposibles; compartan la hoja sagrada entre ustedes, antes de hablar entren en el silencio profundo que permita la reflexión y la decisión desde el corazón”.

Para muchos pueblos originarios, tanto dentro como fuera de Bolivia, la coca no solamente es una planta, es una madre, una abuela sagrada, que nos acompaña en todas nuestras actividades en la comunidad y en las ceremonias, es nuestra guía para nuestro caminar.

Además de ser un poderoso alimento, es también una hoja curativa para muchas afecciones, incluso aquellas tan graves como la diabetes.

 Pero más allá de sus propiedades físicas ampliamente estudiadas y comprobadas, la hoja de coca para nosotros es un espíritu unificador.

Cuando akhullicamos (introducimos coca en la boca) no sólo masticamos la coca, sino que empezamos un diálogo con ella a través de ese lenguaje sagrado interno que nos permite percibir y conectarnos directamente con el espíritu de la hoja de coca (Inalmama).





Tenemos mucho respeto por ella porque es el vínculo de toda comunicación entre el ser humano y otras formas de existencia. 

Ella nos permite comprender el lenguaje de la Pacha (la vida).

La mujer lleva la coca en su tari (tejido para guardar coca), y el varón en su ch’uspa. La coca acompaña muchas actividades de la vida cotidiana, como el hilado, la siembra y la cosecha, actividades que requieren de mucho respeto y cariño, por lo que no se puede dejar de akhullicar para pedir el permiso y la ayuda necesarios. 

Pero no sólo akhullican las personas, se hace akhullicar primero a la Pachamama antes de realizar cualquier actividad.

Cuando nos reunimos para resolver algún problema de la comunidad, todos se sientan en círculo y al medio tiene que estar el tari con la coquita. 
Antes de comenzar el diálogo se pide permiso al espíritu de la Inalmama para que nos permita conversar y comprendernos, hablar con sinceridad, con la asistencia de los abuelos y abuelas y de todas las fuerzas.

Al akhullicar entramos en un silencio profundo que nos permite la reflexión; la Coca Mama o Madre Coca nos permite tener la armonía y equilibrio en cada acto, tener decisiones certeras y claridad en nuestro camino.

Y cuando no sabemos qué decisión tomar o qué camino seguir, en el tari sagrado echamos las hojas de coca al viento para que nos señale el camino a recorrer y tomar la decisión que corresponda según el diseño del tiempo.

Porque los pueblos ancestrales no nos guiamos únicamente por la razón, además del corazón, sabemos que podemos preguntarle a la vida a través de las hojas de coca. 

Por ello es tan importante la Inalmama en las vidas de hombres y mujeres andinos, vallunos, del chaco e incluso de la amazonia.

Nosotros no caminamos solos, la hoja sagrada nos acompaña permanentemente, más aún ella acompañó a nuestros abuelos desde el inicio de los tiempos y seguirá acompañando a nuestros hijos y a nuestros nietos, porque ella es vida, ella es nuestra fuerza.