lunes, 16 de marzo de 2015

SI EL AGUA CONTIENE OXÍGENO, ¿POR QUÉ NO ARDE?

Luis Manuel Villar nos pregunta: si el hidrógeno es combustible y el oxígeno comburente, ¿por qué el agua no arde?
Un combustible es algo que susceptible de entrar en combustión, y toda combustión es, en el fondo, la reacción de algún compuesto con el oxígeno
Al combinarse con el oxígeno, los componentes del producto químico inicial se separan y reagrupan, lo que aumenta o disminuye su temperatura.
Combustión de sulfato de cobre. 
Bueno, entonces, ¿qué determina que un elemento pueda entrar en combustión con otro?
Ese elemento tiene que tener ganas de combinarse con el oxígeno.
 Para que eso ocurra, como los átomos son unos convenidos que sólo miran por su propio bien, deben tener un problema: estar faltos de electrones o que les sobren algunos.
 Un elemento está en equilibrio electrónico cuando tiene el mismo número de protones que de neutrones.
Pero siempre hay más factores.
Los electrones están distribuidos por capas alrededor de un átomo, y cada una de ellas puede albergar un número determinado de electrones. 
Un átomo se encuentra en la gloria cuando todas las capas que tiene están rellenas, aunque sus cargas no estén en equilibrio.
Hay más capas, pero tienen tantos electrones que no hubiera terminado nunca.
Para estar en equilibrio, al hidrógeno le correspondería un sólo electrón (una carga negativa) por contener un sólo protón (una carga positiva) en su núcleo, pero la primera capa de electrones alrededor de un átomo puede albergar dos de ellos así que, aunque las cargas están en equilibrio, el átomo de hidrógeno no termina de estar cómodo.
“Vaya…”
Pero entonces aparece el oxígeno, que sufre una dolencia similar: tiene ocho electrones, así que en la primera órbita tienen los 2 que ésta permite y en la segunda tiene 6. 
Pero hay un problema, y es que en la segunda órbita caben hasta 8 electrones, por lo que quedan 2 huecos libres.
Tanto el hidrógeno como el oxígeno, por separado, tienen una solución chapuza para arreglar la situación: se juntan con un átomo vecino del mismo elemento y así los dos comparten electrones para poder tener las órbitas llenas un rato cada uno
Esta configuración es algo más estable que andar solos por ahí.
Total, que el oxígeno y el hidrógeno están por ahí flotando por parejas hasta que se encuentran, y entonces descubren que hay una solución a todos sus problemas. 
Si dos átomos de hidrógeno se unen con uno de oxígeno, el oxígeno estará contento porque tendrá los dos electrones que le faltan y el hidrógeno estará contento porque le dejarán a ratos el electrón que necesita.
Al unirse, por tanto, forman H2O, que es el agua, mucho más estable que los átomos de hidrógeno y oxígeno combinados entre sí por separado.
Los electrones van orbitando alrededor de los tres átomos y todo el mundo es feliz.
Ok, hasta ahí bien pero, ¿cómo es esa reacción?
Bueno, cuando el hidrógeno y el oxígeno se encuentran, no se combinan entre sí de inmediato para formar agua.
 Necesitan un pequeño empujón, un aporte de energía (una chispa o una llama) que les ayude a separarse de sus compañeros para unirse con los otros nuevos muy rápidamente. ¿Cómo de rápido? 
Más o menos así.
Aunque parezca mentira, el resultado de esa explosión es vapor de agua.
Y ahora que ya nos hemos enrollado muchísimo, respondemos a la pregunta, ¿por qué el agua no es combustible?
Sería algo así como preguntar “¿por qué la ceniza no arde?”. 
El agua ya es el resultado de una combustión (ya está combinada con oxígeno) y se encuentra en una configuración demasiado estable como para que puedan entrarle ganas de combinarse con el oxígeno otra vez.