sábado, 2 de mayo de 2015

De destierros y soledades...


Después de su destierro involuntario,
Eva boga al garete,
Dios se ha vuelto de pronto un adversario
aburrido de Adán y su juguete.
Nadie quiso salir de intermediario
ni torcer la sanción del Gran Bonete
que esgrimiendo su rol de propietario
los echó del Edén y del banquete.
En medio de la mar los fugitivos
se ufanan de estar vivos,
subidos al umbral de la mañana;
—La culpa fue de Dios, mala fortuna,
no robamos ni el cielo ni la luna,
apenas si comimos la manzana.

—Será si así lo quiso.
¡Qué grande va a quedarle el Paraíso! 

Del libro Oceanario